Sobre la Asociación de la Prensa de Madrid (4): Estirpe de vicepresidenta

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La presidenta de los periodistas que pide públicamente, sin ningún recato, sin ponerse colorada de vergüenza, esconder la información sobre su gestión para que no la publiquen los diarios digitales, cuenta en su cruzada contra la transparencia con fuertes aliados dentro y fuera de su junta.

 

{div float:left}{module APM Y ASOCIACIONES|table}{/div}Dentro de la junta destaca la periodista de estirpe, definición que Marisa Ciriza hacía de sí misma en un breve curriculillo inserto en el folleto de su candidatura electoral de 2011. Ciriza, eterna en el cargo, ahí sí que acumula estirpe, es la paladina del secreto de las actuaciones de la junta directiva. Paladina significa defensora denodada, extremo que aclaro que, en uno de esos extraños vericuetos del lenguaje, paladina también se refiere a la que es clara, pública, manifiesta, patente… En este caso, todo lo contrario.

 

Los asociados no pueden saber de qué cosas se ocupa la junta directiva, y qué decide sobre las mismas. Las actas de sus reuniones son secretas, aunque más de una vez se acordó en asamblea que se publicasen en el sitio web, eso sí, en la zona restringida a socios. También son semisecretas las actas de las asambleas generales, aunque a ellas puedan asistir 7.777 personas, pero no se publican en la web ni siquiera en la zona restringida. Si un socio que no haya podido asistir a una asamblea quiere conocer el acta y los documentos aprobados, ha de personarse en la sede donde se la dejarán leer y quizá le den una copia.

 

Y esto sigue siendo así en contra de toda razón que a la periodista de estirpe no le gusta que se sepan sus puntos de vista en materias referidas a la profesión, y cuando la de estirpe se encocora Urbaneja recula (eso lo he visto tantas veces, que en una de ellas cogí la puerta y me marché) y se diría que ahora recula Del Riego también.

 

Como graciosa concesión a que la información circule, una referencia a acuerdos adoptados sí se encuentra en la web, y gracias a ello un asociado puede descubrir perogrulladas del siguiente tenor. Por ejemplo, en julio de 2009:

 


ACUERDO 95/09 Se acuerda  aplazar a una próxa reunión el estudio de los criterios de admisión para conceder el ca de periodista, con las ataciones que presenten Marisa Ciriza, José María Lorente y María Penedo. (lo de ‘ca’ es de ellos).

 

Y no es hasta octubre de 2009 que se adivina en qué queda la cosa:

 

ACUERDO 114/09 Se acuerda aplicar los criterios de la APM para ser asociado de Madrid, y para pertenecer a FAPE, cumplir con los que la Federación establezca.


 

¡Claro hombre! Y para pertenecer al Real Madrid hay que cumplir con los criterios del Real Madrid. ¡Hasta ahí llegamos los más torpes!

 

¿Pero sabe alguien qué es lo que se decidió? ¿Sabrá alguien alguna vez cuáles son esos criterios? Estamos hablando de algo que es consustancial a una asociación: cómo y qué se puede pertenecer a ella. Pero a la APM le divierte mantenerlo oculto, y así poder decidir, arbitrariamente, que Ignacio Escolar, director de Público, o Borja Bergareche, subdirector de ABC, no pueden entrar que no tienen título. (Si acaso ya hubieran entrado me da igual, que lo que cuento es que en su día se les denegó, el empeño personal y rabioso de la vicepresidenta de estirpe).

 

Y divertido debe de ser a juzgar cómo se ríe el vicesecretario en las asambleas cuando una propuesta en favor de la transparencia es rechazada. La junta directiva cuenta para ello con aliados entre los asociados que asisten a las asambleas bianuales, asistencia que oscila entre el medio y el uno ciento del censo.

 

En una reciente convocatoria pedí yo que se informara del destino dado a cinco millones y medio de euros vaya, calderilla que ya no estaban en el capital de la SICAV. Era casi de madrugada y no se consideró que fuese el momento de explicarlo. En la siguiente convocatoria ocho meses después se me respondió entregándome un papel a mí sólo, y se me ocurrió sugerir que se extendiese a todos la información que yo no pretendía exclusiva para mí, pero a partir de ahí sólo se escucharon gritos: ‘¿Pero qué hay que hacerlo público?’, decía una; ‘¡quítale el micrófono!’, decía otro, que para más inri pertenece a la junta. Al acabar el aquelarre, un borrego me previno: ‘en mi nombre no pidas información; a mí no me hace falta’. Este debe de ser de los que suscribió preferentes para quejarse después de que no le informaron bien…

 

Así que ya ven: esto es lo que hay; ese es el nivel.

 

Metidos en materia económica haría falta un poco más de espacio. Y hoy no hay más.

 

Seguiremos informando…

 

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