El silencio informativo como estrategia de comunicación

Santiago_Castano
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A las siete y siete minutos de una tarde lluviosa en Roma comenzaban a emerger las preras bocanadas de humo de una dinuta chenea en la ciudad. Sin necesidad de ningún otro comentario, gesto o comunicado oficial, el mundo entero entendió, en ese preciso instante, que 117 cardenales acababan de elegir a un nuevo Papa de la Iglesia Católica. Una hora más tarde, Jorge Mario Bergoglio, convertido ya en Su Santidad Francisco, aparecía en el Balcón de la Plaza de San Pedro certificando y confirmando con su presencia la noticia.

 

El sistema de comunicación empleado la Curia no pude ser más sple y rudentario, máxe si lo comparamos con los nuevos sistemas de comunicación 2.0 y las modernas plataformas tecnológicas de la empresa periodística. Pero la eficacia informativa de la dinuta chenea vaticana no admite comparaciones.

 

Durante los tres días del proceso de elección del nuevo Pontífice no hubo ni una sola filtración que alterara la férrea política de ‘silencio informativo’ puesta el conclave cardenalicio. No hubo noticias, ni comentarios, ni conjeturas, ni ruido mediático que pudiera influir en la libertad de elección o alterar con ello el sentido del voto de los allí reunidos. Hasta el minuto siete, todo aconteció de puertas para dentro.

 

Estamos ante un caso de Comunicación en la que los tiempos informativos se marcan desde la empresa, la Iglesia en este caso. Más de 100 fuentes directas han acatado la consigna, lo que ha permitido cero filtraciones. Los cardenales han podido así negociar internamente la elección y todos los periodistas, comentaristas e informadores del mundo entero entendieron los motivos. Ninguno de ellos ha reprochado la conducta informativa durante las reuniones en Roma. Nadie, o prácticamente nadie, ha denunciado públicamente a la Iglesia falta de transparencia informativa.

 

El ejemplo eclesiástico es trasladable, al menos a modo de reflexión, al terreno de la Comunicación empresarial. Cuando una empresa decide adoptar el silencio como estrategia informativa y lo hace frente a la negociación de un contrato tante, una decisión clave o un moviento corativo transcendental que pueda afectar a su competitividad, viabilidad o su futuro, no cabe censurar o tachar de oscurantista la actuación de sus directivos. Las empresas, como la Iglesia, tienen el derecho de proteger su actuación de los ruidos externos si estos suponen una amenaza cierta en la toma de decisiones. Debemos exigir transparencia siempre que con ella se eviten abusos económicos, sociales o de cualquier otro tipo. Pero los informadores deben respetar los tiempos que marque en cada caso la legislación mercantil, los reguladores del mercado o el interés público a la hora de informar. Muchas veces la información o, mejor dicho, la manipulación informativa ponen en riego el trabajo de las empresas y con ello el futuro de trabajadores, clientes y proveedores.

 

Los periodistas tienen derecho y el deber de informar cuando con ello se protege el interés general. Apelando a ese mismo derecho, las empresas tienen derecho a que se respeten los tiempos en la información empresarial, sobre todo si con ello se pone en juego su futuro.

 

Santiago Castaño, consultor sénior de Estudio de Comunicación

@santi_castano

 

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