Considerando el global de todos los tumores malignos, a principios de los años 80, la supervivencia a los cinco años del diagnóstico apenas superaba el 45%, mientras que a día de hoy se aproxa prácticamente al 65% de los casos. El incremento es tanto menor al 1% anual, pero la suma de pequeños avances ha llevado en su conjunto a un incremento tan significativo.
Muchos de esos avances han ido ligados a nuevos tratamientos que en ocasiones presentan efectos adversos que precisan de medicación asociada que permita una adecuada tolerancia parte de los pacientes, son los denominados Tratamientos de Sote. El control de las náuseas y vómitos, la neutropenia asociada a la quioterapia o la anemia, entre otros efectos secundarios ha permitido la administración de fármacos y combinaciones que de otra manera no hubieran sido tolerables y no habrían atado los beneficios esperados.
Del mismo modo, cuando la enfermedad no es curable, el adecuado control de síntomas es prescindible para mantener la calidad de vida de los pacientes. En la actualidad, es sabido que, en diversos tumores, un adecuado control de síntomas pacta también en una mayor supervivencia.
Estos pequeños avances, considerados cada uno de ellos de manera aislada, podrían haber sido considerados de escasa relevancia, pero acumulados entre sí han llevado a cambiar en muchos casos de una manera notable el pronóstico y la calidad de vida de muchos pacientes.
Por tanto, en Oncología, cada pequeño avance cuenta y es la suma de esos avances la que permite obtener resultados. Es ello, que los pequeños avances en el control de síntomas y los tratamientos de sote también se escriben con Mayúsculas.
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