‘El Hormiguero 3.0’: un día entre el público

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Una noche en el plató de ‘El Hormiguero 3.0’, en Antena 3, se convierte en una experiencia única de sensaciones, curiosidades y sorpresas que te dejan con la boca abierta aunque el regidor pida que no pierdas la sonrisa.

Cuando ves un programa la televisión siempre tu aginación vuela pensando cómo se grabara, cómo será el plató y si realmente es en estricto directo o ahí están los famosos segundillos, o leyenda urbana, de margen ante cualquier eventualidad.

 

Los nervios del directo y la llegada a la grabación van acompañados de cierto nerviosismo y una creciente curiosidad lo que sucederá a continuación. La entrada en el plató de ‘El Hormiguero 3.0’ te depara la prera sorpresa ya que, en televisión, parece mil veces más grande pero realmente es muy acogedor, supuesto no es pequeño, pero no de las densiones que la presión de las ágenes daban.

 

El público se sienta en sus bancos para no perder detalle y el regidor, con la mejor de las sonrisas, les ana y prepara para los minutos posteriores en los que, splemente, les pide: ‘debéis ser naturales y aplaudir o reír cuando os salga, lo tante es la espontaneidad’ pero, eso sí, solicita, ‘no perder la sonrisa’ aunque, eso, nunca se produce, se dibuja en todas las caras del público sin pensarlo. Es un efecto muy llamativo.

 

Los técnicos ultan los detalles de sonido mientras el regidor hace de maestro de ceremonias presentando a parte del equipo como, ejemplo, el DJ que, posteriormente en directo, pinchará puntualmente la música apropiada para cada ocasión. Un segundo de relax y se canta el cumpleaños feliz para un regidor que es el prero que nunca pierde la sonrisa. Trancas y Barrancas amenizan la espera con su particular humor.

 

Llega el esperado inicio con la entrada en plató de Pablo Motos, como tantas y tantas veces has visto desde casa, con su música habitual y todo empieza. Tus ojos recorren el plató sin perder detalle y no puedo más que contar las más de doce personas que se mueven el escenario sin interrumpirse los unos a los otros haciendo que todo funcione. Las más o menos seis cámaras se desplazan el plató captando todas las ágenes cambiándose con una destreza sorprendente para quien, como era mi caso, prera vez asistía a un programa en directo.

 

Los realizadores y Pablo Motos se miran constantemente con un código que, agino, como ocurre en las grandes familias, ellos entienden a la perfección y, con una mirada, parece que se lo dicen todo. Cuando te quieres dar cuenta el programa ha llegado a su fin pero te ha sabido a poco y querrías más. Una noche especial para el recuerdo con un equipo del que solo se puede destacar la amabilidad del prero al últo o del últo al prero.

 

Seguiremos Informando…


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