La batalla eléctrica es una fantástica noticia

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El conflicto eléctrico nos trae a todos de cabeza. Nos sentos estafados y engañados, y cada vez se hace más gigantesca y burlesca la mentira. Subasta atípica ahora, antes ilegal, costes a cargo de las eléctricas y finalmente subida del recibo solo para el prer trestre del año que intuos se repetirá a lo largo de los otros. Sin embargo, la energía eléctrica nos está abriendo el camino a un futuro que ya está aquí.

 

Con esto de estrenar el año apetece más hablar de lo bueno. Por delante tenemos muchos meses para enfadarnos aún más de lo que estamos. La energía eléctrica es una de esas cosas buenas que nos trae el futuro y que puede ser la solución a numerosos problemas que hace solo unos años veíamos irresolubles.

 

Este siglo es, claramente, el de los atajos para la ciencia. La revolución del ADN, de la células madre se me antoja comparable a la obtención de energía el camino de las renovables. Ya sé que la hidráulica ha sido pionera en este proceso y no ya partiendo de las gigantescas centrales de los grandes ríos del mundo. Desde los molinos harineros que a principios del pasado siglo daban luz intermitente a los pueblos.

 

La energía eólica –y este es un milagro que no sabemos valorar cubre ya en España casi de forma constante un 20% de la producción. Sumando las otras energías renovables se alcanzó el pasado mes de diciembre el 36,8% en producción. Con una potencia instalada de este tipo de energías del 49,1% del total. ¡Cuántos barriles de petróleo ahorrados¡ ¡Cuánta suciedad evitada en nuestra naturaleza¡ ¿No es esto milagroso y una fenomenal noticia?

 

Pues esta tendencia de producción de renovables se completa con el desarrollo de la tecnología y de motores eléctricos que vuelven a indicarnos lo fantástico e inesperado del proceso. El otro día ví en un programa televisivo de automovilismo cómo competían dos superdetivos de la misma marca con una diferencia sustancial: uno era eléctrico y el otro de gasolina. El eléctrico venció de forma descarada al motor de 3.600 centímetros cúbicos del Mercedes de gasolina.

 

El gran inconveniente del detivo eléctrico es que con esa marcha, las baterías no llegaban a durar media hora. Pero hay coches menos rápidos y que se comercializan ya de forma masiva que tienen una autonomía de carga superior a los 400 kilómetros. Una energía producida sin contaminar para suministrar a vehículos que sustituyen a otros de gasolina o gasóleo que inundan de humo nuestras ciudades.

 

Me gustaría pensar que toda esta lucha entre eléctricas, Gobierno, políticos y consumidores es el lógico quejido de las eléctricas ante un cambio de modelo de producción que pondrá fin a su monopolio y a muchos privilegios que les han acompañado a lo largo de un siglo y medio. Un ajuste de tecnología que se ve trufado de intereses políticos y económicos inconfesables que revientan en la punta de un iceberg llamado déficit tarifario, ahora (antes tuvo otras denominaciones). Un temor que se adivina en el peaje anual que se cobra a los productores domésticos de electricidad.

 

Mientras sufros y asistos a la pelea, los molinos siguen dando vueltas, el sol no para de calentar y el agua no tiene miedo a despeñarse.

 

LUIS APARICIO PÉREZ

 

DIRECTOR DE CONTENIDOS DE INVERTIA /www.invertia.com 

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