El Maestro de la roja corbata

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‘Si no comunicas, no influyes y, si comunicas mal, influyes mal’ Enrique Alcat, Influye, VI edición.

 

Maestro entre Maestros, Enrique nos ha dejado. La tarde lluviosa de ayer 6 de febrero, con sus vientos de galerna y su tristeza gris pintada en el cielo, prologaba el aconteciento.

 

Este navarro, Piscis que no ha podido llegar a celebrar en marzo su 52 aniversario, ha sido para todos los que le hemos conocido un hombre influyente. Más allá de su querida últa obra, INFLUYE, cuya sexta edición iba camino de agotarse, que se agotará, su aura despedía esta sensación de influencia. Sus frases, sus enseñanzas y sus consejos permeabilizaban hasta las neuronas con inusitada facilidad.

 

He disfrutado de Enrique, como muchos de los que hemos tenido la suerte de conocerle, como profesor, como tertuliano, como ser humano pleno y bueno y casi, si la muerte no nos lo hubiera roto, como posible constructor de un proyecto interesante.

 

Enrique es de los que deja vacío. Esa sensación la he tenido muy pocas veces más: la anterior, hace justo un año, con mi amigo Pepe Loeches, el único ingeniero de sonido español con 5 Premios Grammy a sus espaldas, y con tanta humanidad dentro que un día le estalló su corazón dentro del pecho que ya no le cabía más bondad; y ahora con Enrique, con varios libros de referencia y éxito en su gabardina, y con tanta sabiduría sobre las reacciones humanas ante el hecho diferencial de la Comunicación que absorbía la atención entusiasmada de los oyentes.

 

Probablemente sus obras y la sensación de vacío sean lo más tangible que se saborea tras la desaparición de grandes personas. Aquellas que dejan huella en tu vida. La sensación de vacío es aquella que te permite recordar, de forma vívida, lo que disfrutaste con ellas, y con angustia el tiempo que dejaste de pasar con ellas. Esa pesarosa sensación de que ya no hay horas para estar con ellas, de que ya no encontrarás un perfil así para llenar tus sentidos con toda su sabiduría, de la vida también, de que dejaste pasar otunidades de estar junto a ellas. La sensación de vacío.

 

Como profesional el Maestro de la roja corbata, Enrique, entusiasmaba, trasmitía, influía, enseñaba, demostraba, ayudaba, sorprendía, aleccionaba. Era experiencia en el púlpito de la docencia, sabiduría en la conferencia, concisión en sus obras, disponibilidad en sus ofertas y cercanía en sus charlas.

 

 

Se va el gran profesional y se va la enorme persona. Siempre que hablábamos quería ayudar, atar, iniciar y emprender nuevos proyectos con ganas de que el beneficio intelectual salpicara a todos los que se embarcaban en su nave aventurera. Su bonhomía salpentaba sus relaciones personales y profesionales.

 

Enrique, Maestro entre Maestros, siempre te recordaremos así.  Detrás de tu amuleto, detrás de tu roja corbata, seguiremos expriendo ahora con más detalle que ya no habrá más, todo aquello que nos diste, que nos enseñaste y que nos aconsejaste.

 

Nos queda tu obra, buena obra, y tus obras, buenas obras. Como decía el título en aquella prera que publicaste en 2005, “Y ahora ¿qué?” Pues ahora intentaremos cubrir el hueco que dejas aprendiendo más de lo que nos diste, hasta que se cubra tu vacío, cosa que veo difícil de momento.

 

Hasta siempre Maestro. Maestro de la roja corbata.

 

Allá donde estés, “Influye”, que es lo tuyo.

 

 

Francisco J. García Pascual, Socio Director de ComDotCom

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