Un hombre con el pelo cano se acerca a la verja de la Embajada de la República Francesa y deja un lapicero apoyado con la punta hacia arriba. Tres lápices más, doce velas y un par de ramos de flores, uno de ellos de rosas blancas, y dos carteles en los que se puede leer ‘Je suis Charlie’ (‘Yo soy Charlie’, en referencia al nombre de la publicación ‘Charlie Hebdo’ atacada en París con un saldo de doce muertos) son las huellas que quedan en el número 9 de la calle Salustiano Olozaga, donde se encuentra la embajada francesa, una hora y media después de que se iniciara la concentración convocada a las 19.00 horas las asociaciones de periodistas españoles.
PABLO M. BALLESTEROS
La bandera francesa y la de la Unión Europea siguen a media asta, de la misma forma en la que se encontraba cuando, para finalizar la concentración, una parte de los asistentes cantaban ‘La Marsellesa’ en memoria de las doce personas asesinadas hoy al menos tres terroristas en la sede del semanario satírico francés.
Antes de que comenzaran a entonar los versos del hno francés, se habían congregado varias decenas de personas, la mayoría de ellas periodistas, algunos trabajando con libretas, cámaras y micros en las manos, otras acompañándoles sin estar de servicio y recordando que enca de los extremismos y de la intransigencia se encuentra el derecho de los ciudadanos a ser informados para poder decidir en libertad, como base de la democracia.
PABLO M. BALLESTEROS
Por ello, el cántico más repetido fue ‘libertad de expresión’ y ‘sin periodistas no hay democracia’. Buena nota de ello pudieron tomar el ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, el exlíder de Izquierda Unida, Cayo Lara, Rosa Díez de UPyD y Juan Carlos Monedero de Podemos, que acudieron al acto.
Aunque no en todos los casos se vio con buenos ojos la presencia de políticos, en general sí que fueron bien recibidos y los comentarios generales fueron a favor de su llegada. No ocurrió lo mismo con una bandera de la república, que pidieron que no ondeara en el gélido aire de Madrid, que aquel momento rondaba los cuatro grados.
PABLO M. BALLESTEROS
A pesar de este pequeño altercado, la concentración, que no duró más de una hora, transcurrió sin más incidentes. Para garantizar la seguridad, la embajada estaba rodeada numerosos policías nacionales y una pareja de la Guardia Civil.
La benemérita se quedó como única custodia de la seguridad de la embajada a las 20.30, después de que la Policía se fuera marchando etapas, empezando la media docena de patrullas que sorprendían a los turistas que paseaban la Puerta de Alcalá, al lado de donde se encuentra la representación francesa en España.
En la entrada de la Embajada, desde la que se pueden ver cuatro de los cinco arcos de la Puerta de Alcalá, los bolígrafos continuaban en alto y los periodistas sólo callaron durante el minuto de silencio que se guardó en memoria de los compañeros asesinados. Antes, durante y después, cuando de las nueve ventanas del edificio solo quedaron tres iluminadas, las conversaciones en francés y en castellano se mezclaron con diferentes acentos, como prueba de que la libertad de expresión no entiende de idiomas y de que hoy todos somos ‘Charlie‘.
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