Janssen organiza el simposio de Psiquiatría ‘En busca de una mejor autonomía del paciente’

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A pesar de que una gran proporción de pacientes con esquizofrenia presenta una significativa discapacidad, aún no es considerada una diana terapéutica. Reducir los síntomas psicóticos de las personas que padecen esquizofrenia es el primer paso para la recuperación.

Para el abordaje de esta enfermedad se hace indispensable la interacción de los diferentes profesionales que intervienen en el proceso de integración del paciente en su ámbito social, con el fin de unificar criterios. El desarrollo de nuevas terapias farmacológicas genera la necesidad de cerrar el debate abierto, sobre la manera de diagnosticar y tratar a las personas con problemas de salud mental, de forma que puedan beneficiarse de los tratamientos más favorables para ellos.

En la actualidad, el abordaje de las fases precoces de los trastornos psicóticos exige una elección cuidadosa de los diferentes tipos de intervenciones disponibles, su adecuada articulación, así como la opción de ámbito de intervención más adecuada.

En este sentido, las guías clínicas para el tratamiento de la esquizofrenia más importantes (NICE, APA, WFSBP, PORT, RANZCP) han evolucionado en sus versiones más recientes hacia una mayor relevancia de los antipsicóticos de segunda generación, ‘en especial, en los primeros episodios o fases iniciales de la enfermedad, si bien el acento puesto en esto difiere entre ellas (menos en NICE, PORT, WFSBP), pero siguen sin dar suficiente importancia a las formulaciones de larga duración’, explica el Dr. José Villagrán, coordinador de la Unidad de Hospitalización Psiquiátrica de la Unidad de Gestión Clínica del Hospital de Jerez y moderador de la mesa redonda ‘Recomendaciones en las Guías Clínicas: cambio de paradigma en la eficacia antipsicótica”, en el marco del simposio de Psiquiatría “En busca de una mejor autonomía’, celebrado en Cádiz.

Según el Dr. Villagrán, ‘las guías Clínicas, al estar basadas en la evidencia disponible, suelen ser por definición conservadoras en sus recomendaciones y no reflejan la compleja situación clínica, mucho más variada e irregular. Por ello, se dice que las guías son más útiles para saber lo que no debe hacerse que para determinar cuál debe ser la elección terapéutica en el caso individual’.

En la esquizofrenia, las guías más recientes suelen ser parecidas en su estructura y expresan el resultado del consenso de un amplio grupo de expertos de una región determinada (EE.UU., Australia y Nueva Zelanda, Europa, países francófonos, etc.), ‘lo que también las diferencia entre sí. Las más importantes se diseñan siguiendo las recomendaciones de la escala AGREE que determina la calidad de una guía clínica’, señala el Dr. Villagrán.

Aunque cada vez se revisan con más frecuencia, ‘las guías suelen tener una validez de entre cinco y diez años lo que les hace, en muchos casos, ir por detrás de la experiencia y práctica clínica’, añade.

La esquizofrenia es una enfermedad crónica que requiere un tratamiento a largo plazo. En este sentido, utilizar herramientas terapéuticas que hagan más sencillo el seguimiento de la medicación parece ser la estrategia adecuada, ofreciendo al paciente mayores posibilidades de ocupar sus inquietudes en otros aspectos más allá del tratamiento y la patología.

En cuanto a las recomendaciones de la Guías Clínicas, el Dr. Villagrán explica que en principio todas recomiendan formulaciones orales, tanto en fases iniciales como en fase de mantenimiento y hacen mención a los TLD (tratamientos de larga duración) ‘pero siempre en fases de mantenimiento y relacionado con incumplimiento al tratamiento oral’.

En la práctica clínica, ‘los tratamientos de larga duración (TLD) se utilizan cada vez más y en estadios más precoces de la enfermedad por diferentes razones. Hoy en día, se tiende a una medicina o estilo prescriptivo más individualizado en donde se debe valorar en cada caso las características individuales del paciente, sus antecedentes o experiencia con los psicofármacos, la presencia de otras patologías o fármacos concurrentes, o sus peculiaridades farmacocinéticas (sin son metabolizadores rápidos o lentos de la sustancia, por ejemplo)’.

Por ello, ‘la opción de un tratamiento de larga duración (TLD) puede ser una opción viable en una fase inicial en donde se prevé un incumplimiento alto o se busca una cobertura antipsicótica estable desde el primer momento’, concluye el Dr. Villagrán.

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