Un nuevo algoritmo descubre si estás haciendo novillos para no ir al cole con la excusa de que te duele algo

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Nos cueste reconocerlo o no, lo hemos hecho todos. Después de un largo fin de semana o de pasar varios meses en verano con horarios flexibles, volver a la rutina de madrugar para ir al cole se hacía insoportable. Tanto, que muchos hacíamos uso del milenario truco del ‘dolor de barriga’ para evitar cumplir ese día con las obligaciones académicas. La mayoría de veces no funcionaba, pero otras sí. La decisión dependía del modo en que nuestros padres valorasen nuestra obstinada interpretación. Cuanto más lograda estuviera, más posibilidades teníamos de salirnos con nuestro objetivo. Sin embargo, aspirar al Óscar al mejor actor podía provocar el desasosiego de nuestros progenitores y una innecesaria visita al médico.

El dilema ha permanecido durante generaciones. ¿Cómo saber si realmente sufre o si le duele tanto como dice? O en el otro extremo: ¿Es posible que esté aguantando el dolor para poder jugar ese partido de fútbol que tanto ansiaba y que la situación sea peor de lo esperado? Con el desarrollo de las nuevas tecnologías, cada vez resulta menos complicado encontrar respuesta a estas preguntas. Y es que, la información obtenida es clave, pues determinará el siguiente paso: decidir de manera objetiva el tratamiento de los pacientes.

Científicos de la Universidad de California han desarrollado el algoritmo FACS (Facial Action Coding System) para conocer la verdad que hay detrás de todas estas quejas y lloriqueos. El sistema funciona a través de una cámara de vídeo. El dolor se detecta enfocando la cara del paciente. A partir de ahí, el sistema será capaz de identificar 46 tipos de movimientos faciales diferentes, y asignarles una ‘puntuación de dolor’. De esta manera, los médicos pueden obtener una medición objetiva del dolor de un paciente. La gran ventaja es que este sistema puede monitorizar constantemente al paciente para registrar los momentos más dolorosos y que no pasen desapercibidos. Así, no ocurrirá que cuando toque ir al médico, los dolores desaparezcan.

Las primeras pruebas se han realizado en pacientes con apendicitis de entre 5 y 18 años. El algoritmo grabó sus caras en tres sesiones: 24 horas después de las operaciones quirúrgicas, un día después de esta sesión y de dos a cuatro semanas después de la operación. En cada sesión se pidió a los pacientes que explicaran el nivel de dolor que sentían. Para tener otra referencia, se preguntó a los padres y a los responsables de enfermería lo que pensaban. Los resultados fueron muy precisos. En la mayoría de las ocasiones equivalían a lo que pensaban sus padres y era un poco más preciso de lo que pensaban los profesionales. También coincidía con lo que decían los pacientes.

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