LEÓN COME GAMBA

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(EN RESPUESTA AL ‘TIRO LIBRE’ DE COTO MATAMOROS) Cuando hace unos meses linchaban a aquel jovencito en Máster Chef por su celebérrimo plato, nunca pude imaginar encontrar paralelismos con el banquíllo del Real Madrid.

Cierto es que Benítez al igual que el efebo de los fogones derramó lágrimas en su presentación. Él argumentaba que volvía a su casa, que sabe lo que es el Real Madrid. Pero su equívoco era como su currículum para algunos o como su cintura para otros, en ambos casos enorme.

Él dejó un Asador familiar en horas bajas que vivía de la historia en el que, como máximo, puede decirse que llego a ser pínche y ahora vuelve como Chef del mejor restaurante del mundo.

Un restaurante que atesora en sus bodegas los mejores caldos del mercado y en sus neveras productos de primerísima calidad y el mejor caviar. Y eso para Benítez es un problema, porque Benítez es feo, gordo, casi calvo y tiene más pinta de atender las mesas con camisa abierta y tufillo a sobaco que de comandar la cocina del local más importante del mundo.

Tiene ese aire a comida de puchero de casa de abuela que solo se echa de menos en días de lluvia. Pero la lluvia, caprichosa ella, se instaló el año pasado en el club de Concha Espina. Teníamos a un entrenador con tres estrellas Michelín. Un Ferran Adrià italiano solo apto para los paladares más exigentes. Un Artista moderno, chic, que nitrogenaba la cascara de kiwi y la rodeaba de un supositorio de azúcar cristalizado, para que una vez introducido por el ano notaras la diferencia de textura y temperatura, pero no te quitaba el hambre.

Un año antes triunfó con el helado de Salmorejo de Camas, cierto es que la eclosión de sabor llegaba tarde, más o menos a los 93 minutos, 92:48 para ser exactos. Eran días felices. Días de sushi, tempura de flores y huevo nitrogenado.

Pero llego el frío y la lluvia y vimos con envidia como se atracaban de fuet, butifarra y pa amb tomáquet allá en el país pequeñito y en la castellana empezaban a estar hasta los huevos de los pistilos caramelizados y del puré de huesos de albaricoque, empezaban a salivar por chuletones y arroces, pero sobre todo por platos de cuchara y a ser posible de madera. Y en eso rafa es el mejor. Con Angulo, Mista, Rufete, Albelda y un puñado de arroz hizo unas paellas cojonudas que aun echan de menos en Valencia. Por no hablar de la ración de rabo, de toro, con la que obsequio al anterior chef de restaurante Blanco cuando se enfrentaron en la final de champion del 2005.

Benítez es el cocinero que es, vaya al restaurante que vaya. Por eso resulta ridículo escuchar a los sommeliers despotricar cuando ven a Rafa echarle jamón 5j al cocido y vega Sicilia al guiso. La cocina tiene sus tiempos, y en este Madrid famélico, hambriento de títulos igual es momento de patatas bravas y chuletón ¨made in Benítez¨. En Valencia y Liverpool el León se comió a la gamba, porque no iba a pasar aquí.

Buen provecho.

Pepe Herrero

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