¿Cargas con los problemas de otros sin tener que hacerlo?

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¿En alguna ocasión te has encontrado cargando con los problemas de otro? No hay nada malo en ello, estamos para ayudarnos. El problema viene cuando cargamos con mochilas que no nos corresponden o cuando nosotros mismos sentimos la necesidad de importar esas mochilas. Esto se puede dar por dos razones principales:

  1. El control: la necesidad de tenerlo todo atado, de asegurarse que está en su lugar y de la manera que yo creo que es correcta, sin dar lugar a que el otro se “equivoque”, tome responsabilidad, aprenda y, en definitiva, crezca.
  2. La búsqueda de aceptación y amor: muchas veces, detrás de esta ayuda que ofrecemos constantemente a los demás, hay un corazón sediento en busca de cariño, aceptación y recompensa.

¿Pero qué sucede con la persona que permite que otro cargue con su mochila? Lo más habitual es que se acostumbre y se convierta en alguien dependiente, inseguro, perezoso… Esta persona está cediendo su responsabilidad a otro, y por lo tanto, el poder para cambiar y crecer, lo que a medio o largo plazo le puede llevar a un estancamiento en su desarrollo personal.

¿Dónde está la línea que marca la diferencia?, ¿cómo sabemos si es el momento de cargar durante una parte del camino con la mochila del otro y cuándo estamos llevando la carga que no nos corresponde?

  1. Identifica cuál es tu situación actual al respecto,… ¿Con cuál de los dos roles te identificas tú? ¿Eres de los que va buscando y coleccionando mochilas o de los especialistas en pasar la mochila a otro para que te la lleve?
  2. Visualiza las maletas que estás cargando actualmente, las que están cargando por ti, o incluso las que tienes guardadas.
  3. Piensa si puedes prescindir de alguna de ellas, bien sea porque no te corresponde llevarla o porque ya no te sirve para nada. Una buena manera es abstraerte, mirarte desde afuera y hacer un acto simbólico de dejar la maleta en medio de tu camino y ver cómo te sientes o te sentirías continuando el viaje sin esa maleta. Quizás consideres que debes abrirla y hacer limpieza, o sencillamente cerrar los ojos, o mirar al cielo y decir: “Esta mochila no me corresponde”. Es un acto de amor, de entrega, estarás dando permiso al otro a aprender, y a ti mismo para vivir más ligero.
  4. Toma responsabilidad. Si por lo contrario te has dado cuenta de que alguien está llevando tus cargas sin que sea algo necesario, pídele que te devuelva la carga, libera a esa persona de ese peso y empieza el maravilloso camino del aprendizaje y crecimiento.
  5. Planifica tu viaje. Si por el contrario consideras que es el momento de llevar esa maleta por un tiempo, o que alguien te ayude a llevarla, te propongo que le pongas una fecha de caducidad, o de entrega, y que disfrutes del viaje con esa carga, convirtiéndola en un regalo que la vida te presenta.

Recuerda que mochilas están para ayudarnos a llevar algo que necesitamos y queremos. Pero sobre todo recuerda que no estás solo y que siempre puedes encontrar buenos compañeros de viaje, algunos te acompañarán desde el principio del camino y a otros te los irás encontrando…

Seguiremos informando…
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