¿El coaching es aplicable a la educación de nuestros hijos?

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¿Es el coaching una herramienta útil para la educación de nuestros hijos? Os ponemos en situación para que podáis emitir un juicio de valor consecuente: una madre tiene que poner límites, tiene que decir a sus hijos qué hacer y qué no. En resumen: tiene que dar consejos. Ellas no son ‘coach’, son madres. Así, muchas veces tienen la sensación de que lo que les dicen a sus hij@s no les llega, que no consiguen conectar con ellos como les gustaría. O que tienen poco tiempo y muchas cosas que hacer y al final optan por ofrecerles la solución rápidamente, sin dejarles a ellos reflexionar, limitando su aprendizaje.

Así, y con el coaching como opción, lo que no se trata es de que ahora dejemos de ser madres para convertirnos en ‘coach’ de nuestros hijos, sino de que, como tales, adquiramos ciertas habilidades y herramientas propias de ellos, para aplicarlas en el día a día con nuestros progenitores. Estas habilidades son fundamentalmente tres:

  1. Crear un espacio de confianza con nuestros hijos: muchas veces piensan que, simplemente por el hecho de que ser sus hijos, ya existe esa confianza. Pero hablamos de una confianza que parte desde la igualdad, en el sentido de permitirse a ellas mismas no estar en posesión de la verdad en base a su experiencia, sino estar abiertas a descubrir nuevas soluciones que surjan de la reflexión de sus hijos. Y para ello es muy importante establecer una buena relación de empatía, deponerse realmente en su lugar y, lo que es casi más importante, que ellos efectivamente sientan que es así.
  2. Practicar la escucha: una escucha libre de juicios, de interpretaciones, siendo capaces de apartar sus propios pensamientos, emociones o problemas que puedan interferir en la misma. ¿Cuántas veces dse dice que estamos escuchando, cuando en realidad tan sólo estamos oyendo ligeramente lo que nos dicen? El simple hecho de conseguir que sus hijos se sientan verdaderamente escuchados ya es uno de los mejores regalos que les pueden hacer.
  3. Realizar buenas preguntas: no se trata de hacer cualquier pregunta, de saberlo todo, sino de formular aquellas preguntas que invitan a la reflexión, a la toma de conciencia. Preguntas que les ayuden a darse cuenta de lo que les está ocurriendo, a que busquen sus propias soluciones, que escojan la que consideren que es mejor para ellos y a que la pongan en práctica. Cuando se toma una decisión de esta manera, se asume la responsabilidad sobre la misma. Este proceso de toma de conciencia y de responsabilidad con la opción elegida es uno de los mayores aprendizajes que se le puede ofrecer a un hijos en su formación.
Seguiremos informando…
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