El sector del turismo sanitario le declara la guerra a Marina d’Or por mentir sobre su “balneario”

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Se promociona como “el mayor balneario de Agua Marina de Europa”. Pero por mucho que sus propietarios insistan en emplear este slogan en su estrategia de Marketing, Marina d’Or no cumple con los requisitos impuestos por la legislación española a cualquier instalación situada en el ámbito nacional que quiera utilizar el término “balneario”. Así lo ha denunciado recientemente Miguel Mirones Díez, presidente del Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE), presidente de la Asociación Nacional de Balnearios (ANBAL), y vicepresidente del clúster español de turismo de salud Spaincares.

El experto explica que para que cualquier establecimiento pueda utilizar la palabra “balneario” está obligado a disponer de tres elementos fundamentales: un equipo médico que prescriba los tratamientos, unas instalaciones adecuadas para aplicar los tratamientos prescritos y, lo primordial, un balneario debe contar con un manantial de Aguas Minero-Medicinales declaradas de Utilidad Pública, es decir, aguas constituidas por una solución de elementos minerales que le proporcionan una serie de propiedades al paciente.

La ausencia de cualquiera de estas tres premisas, significaría el rechazo de que el establecimiento adopte el nombre de “balneario”. En rigor, debería hablarse de centro de talasoterapia con hospedaje y hoteles de salud, o de los hoteles-resort con instalaciones de hidroterapia, belleza y puesta en forma. La principal diferencia entre estos tres estriba en el agua que se emplea para la realización de los tratamientos. “En los Balnearios, el agua es minero-medicinal, en los centros de talasoterapia se emplea el agua del mar, y en los spas, el agua corriente”, matiza la Asociación Nacional de Balnearios (ANBAL) en su página web.

El principal perjudicado de que centros que no reúnen los requisitos hagan uso indiscriminado del término “balneario” es el paciente. Miguel Mirones recalca la confusión que genera la publicidad engañosa en los potenciales clientes que busquen un tratamiento balneoterápico ya sea para tratar dolencias, para prevenirlas o para darse un respiro y pasar unos días de descanso y puesta en forma: “Si alguien te está ofreciendo la posibilidad de disfrutar de unas instalaciones que supuestamente son clínicas y no lo son,, se genera un perjuicio a ese paciente de una manera clarísima”.

El vicepresidente de Spaincares insiste que “el empleo de ambigüedades léxicas con el objetivo de querer participar en un mercado que no les corresponde al no ser centro sanitario” también perjudica seriamente al conjunto del sector de turismo sanitario. “Es muy difícil avanzar y posicionarse en los mercados internacionales como referente de turismo de salud cuando existe el problema de que cualquiera que visite nuestro país buscando un balneario pueda llegar a un centro que no está reconocido sanitariamente como tal”, indica.

La tensión generada a raíz de este altercado conceptual ha llevado a Spaincares y a la Asociación Nacional de Balnearios a anunciar que se están emprendiendo las acciones legales correspondientes tanto por intrusismo y como por publicidad engañosa. “Esto es una irregularidad que el sector sanitario no puede tolerar”, concluye Miguel Mirones, presidente de ANBAL, la institución constituida para mantener la apuesta por la calidad de los balnearios y promocionar y defender los intereses del sector.

Seguiremos informando…

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