“El mundo no es justo, pero siempre y cuando la inclinación esté en dirección mía, me parece que hay un tope para la indignación justa.” (Scott Adams)
Por mucho que se empeñen en ocultar la verdad los medios colaboracionistas de la derecha, antiguos parásitos decadentes servidores de la casta y hoy respetables periodistas, la realidad es que en Podemos existe una crisis interna de calado y consecuencias difícilmente calculables dada la opacidad con la que se funciona en el conglomerado de formaciones de extrema izquierda. Como para el líder máximo -administrador único de los resentimientos y la codicia de ese anticapitalismo, unido con engrudo y de horizontes tan diversos que llegan desde el separatismo de caldo gallego al gazpacho mental de Kichi- la verdad no es algo que deba compartirse con el vulgo, no ha tenido mejor ocurrencia que dar orden de difundir la consigna de que todo es consecuencia de un sano debate interno y es inexistente la crisis que los malvados socialistas, especialistas en la guerra sucia, están interesados en hacer ver. Lástima que la diarrea de dimisiones prive de verosimilitud la versión de los hechos del líder de un tinglado donde el exceso de inteligencia comienza a resultar mortífero.
La única verdad es que se está produciendo una purga como consecuencia de un proceder de poder absoluto en el gobierno de la formación. Las discrepancias en su suicida política de bloqueo a la formación de un nuevo Gobierno, cuyos efectos recuerdan el debate entre estalinistas y trotskistas que culminó con la total aniquilación de éstos, han provocado un virulento enfrentamiento entre el líder máximo de instinto cruel y rasgos grotescos, que cree estar en superioridad sobre el común de las gentes de este mundo, y el becario listo, que a pesar de estar en evidente superioridad intelectual sobre el vesánico bolchevique va a salir muy debilitado en su posición, y corre el riesgo de que, tras culparse de traición al Partido, algún camarada deposite, bien a la vista sobre su escritorio, una cápsula de cianuro y un vaso de agua. Como la jerarquía es estricta; jefe y empleado; ordeno y mando; protagonista y secundario; estructura vertical, Pablo Iglesias ha obligado a que todos mientan, incluido Iñigo Errejón, para evitar que la parte más despierta de su masa de votantes, desencantada ya con el comportamiento del aspirante a vicepresidente plenipotenciario de un malvado Gobierno socialista, acabe por volverse contra quien comienza a parecerles testaferro de un poder superior. Algo que no sólo significaría el fin de Pablo Iglesias sino también el fin de un invento que, según encuesta de Metroscopia que publicó El País el fin de semana, ha perdido cuatro puntos en la expectativa de voto y es cuarta fuerza. A este paso, se van a ver obligados a clonar a su director de propaganda García Ferreras, y colocarlo en La 1, La 2, Tele 5, Cuatro y Antena 3 en turnos de mañana, tarde y noche para intentar sostener el tinglado.
Para entender cabalmente los resultados de la encuesta de Metroscopia no hace falta sino imaginarse la desilusión y el pesimismo que deben estar embargando el ánimo de cientos de miles de votantes. Es el lógico desgaste originado por la sumisión que obliga al líder a servir los intereses de sus amos teniendo que mostrarse impermeable a los deseos que la mayoría de sus votantes demanda ¿Quién puede entender que la extrema izquierda se rinda al servicio de Rajoy para mantenerle sus enormes posaderas encajadas en la poltrona? ¿Dónde está la integridad moral de la que presumía el exindignado? ¿Prolongará en un año la actividad política del enemigo público número uno? Este es el enigma que acosa sin misericordia, acongoja, desespera e indigna a esa parte del electorado que ahora se pregunta desconcertado si no estamos ante otro charlatán y si serán ciertas las teorías “conspiranoicas” sobre el origen de Podemos que ahora parecen excesivamente lógicas para ser falsas. Recordemos que hace poco más de un año, en la Puerta del Sol, el “iluminado” pidió las llaves de La Moncloa y prometió, con una convicción que hubiera hecho palidecer de envidia al mismísimo führer, devolver la dignidad a los desfavorecidos tomando el cielo por asalto, y, lo único que ha conseguido asaltar el arrogante es un asiento de barrera en El Congreso porque su ego desmedido no aguantaba ser menos casta que la casta.
Antonio de La Española