Dormir mal provoca disminución de la atención, irritabilidad y es un factor de riesgo de infarto

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Una persona que viva entre 75 y 80 años habrá pasado dormido más o menos 25 años de su vida. Se duerme una proporción considerable de la existencia. Sin embargo, se sigue dando poca importancia a la falta de sueño y a los trastornos mientras se descansa. “Un reposo nocturno inadecuado provoca cansancio, somnolencia, disminución de atención y concentración, lentitud de pensamiento e irritabilidad.

La privación crónica de descanso tiene, además, otras consecuencias. Por ejemplo, la apnea es la causa más frecuente de fragmentación del sueño nocturno, un factor de riesgo importante para sufrir hipertensión arterial, infarto de miocardio y enfermedades cerebrovasculares. Desde el punto de vista psicológico, la falta crónica de sueño suele favorecer el desarrollo de depresión y ansiedad, según el doctor Juan Pareja Grande, responsable de la Unidad del Sueño del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid.

Un sueño reparador ayuda a recuperar lo gastado a lo largo del día: “Durante el sueño se restauran metabolitos consumidos en vigilia y, además, se segregan hormonas, como la del crecimiento, de gran importancia metabólica y para el desarrollo del individuo. Además, se activan circuitos sinápticos importantes para la consolidación de la memoria y el aprendizaje y para mantener la competencia sináptica de sistemas deteriorados o poco utilizados durante la vigilia”.

El sueño normal debe serlo en cantidad y calidad. De poco sirve dormir ocho horas si es frecuentemente interrumpido por alertamientos que lo fragmentan y, en definitiva, lo hacen poco reparador, afirma el doctor Pareja, que asegura que un sueño de calidad es continuo, sin despertares y sin interrupción a lo largo de la noche.

El especialista ofrece algunos consejos para mejorar la calidad del descanso: “Hay que tratar de igualar el tiempo en la cama con el tiempo de sueño. La cama es para dormir, no para estar despierto y haciendo actividades de vigilia (viendo televisión, leyendo o comiendo). La razón de esta recomendación es que si se permanece en cama despierto, no solo se incrementan la frustración y el nerviosismo, sino que el cerebro aprende que en la cama se puede estar despierto y, por tanto, se amplifica el insomnio.

Otras medidas higiénicas recomendables son, por ejemplo, evitar el alcohol y los estimulantes (café y otros) por la noche; mantener unos horarios de sueño-vigilia estables; practicar deporte (antes de las 19 horas); procurar unas condiciones favorables de la alcoba y la cama, tanto en cuanto a ruido y temperatura ambientes, como a la confortabilidad de somier, colchón y almohada.

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