La sociedad estrellada

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“Una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa.”
(Alfred Adler)

En el palco de antigüedades, “la mujer de rosa” desmesuradamente rosa hasta en la antigüedad de su maquillaje, presa de un rosáceo aburrimiento mortal despertó a cabezadas las redes sociales hasta hacerse tendencia. Ana Bollaín, que así se llama la señora, resultó ser madre de un tal Gorka: sospechoso habitual en el fútbol mundial acusado de haber encabezado la extorsión a los clubes uruguayos. La señora rosa de Villar simbolizó en sus maneras el estado abstracto de la gelatinosa somnolencia rosa en el que se encuentra sumida nuestra sociedad.

Aquello fue una sucesión de espantos. Cada vez que la cámara buscaba sensaciones en el palco asomaban imágenes estremecedoras. Allí, además de la chaqueta rosa de la durmiente, para recordarnos que el refinamiento y la belleza son ajenos a la autoridad, estaban: Manuela Carmena y su espíritu solidario que la llevó a estar de cuchipanda populista con Ada Colau, desapercibida por estar acomodada justo debajo de la mujer de rosa; el rancio resentido Vicenç del Bosc seleccionador nacional; Emilio Butragueño en calidad de buitre por ser fino conocedor de comisiones por traspaso; Javi Clemencia, supongo, en representación del ciudadano que pasa la mayor parte de su tiempo en paro; Carles Puigdemont principal beneficiario del Fondo de Liquidez Autonómica; la presidenta de Andalucía Susana Díaz, tan experta en el amago y el regate como el independentista; Alicia Sánchez Camacho, presidenta provisional en defunciones de lo que aún queda del PP de Cataluña, que absorbió la atención cuando compartió alegrías haciendo manitas con el líder golpista; Victoriano Sánchez Arminio presidente del Colegio Nacional de Atracadores; Ángel María Villar presidente en funciones del “Fubol” Club Barcelona; el presidente del Barça Josep María Bartomeu y Miguel Cardenal, presidente del Consejo Superior de Deportes y boixo noi en espíritu, faro de lo arbitrario empeñado en vestirse con el traje de la parcialidad, que debió recoger el trofeo por una de sus asas ya que en su día obligó a la ponente del TAD a no acudir a la votación para impedir prosperar el recurso del Madrid por alineación indebida. Todos, ellos y ellas, están bajo sospecha de corrupción política, moral o intelectual.

Se extrañó a Mariano Rajoy principal financiador del odio a España, quien, tras arrojar a los pies de los caballos de la bandera de simbología masónica a Concepción Dancausa, probablemente, y por no querer salir en la foto con sus financiados, prefirió quedarse en palacio tiñéndose el pelo de rosa o pasar el tiempo en dispensar explicaciones al espejo sobre su persuasiva promesa de recortes hecha a Jean-Claude Juncker. Aunque probablemente dedicó otro día de asueto a hacer nada de nada.

Intentando contaminar la opinión del telespectador, el comentarista de Tele 5 califico de “comportamiento ejemplar” el bochornoso espectáculo que, un año más y sin que pase nada, protagonizó la afición del Barça: testaferros de una voluntad arbitraria que los maneja desde la mentira, instalándolos en la periferia de la educación allí donde se abraza el salvajismo, como el mejor altavoz de la consigna del “nazionalismo” catalán. Parte importante de los corresponsables de este insulto continuado a los españoles, que la prostitución intelectual disfraza como libertad de expresión y que no se quiere sancionar, estaba devorando el catering en el palco de atrocidades.

En el Yankee Stadium en la parte alta de la séptima entrada se para el partido, los jugadores se alinean delante de los banquillos con la gorra enfrentada al pecho y la mirada puesta en el cielo. Entonces se canta “Bless Good America” canción folklórico patriótica que es para los americanos algo parecido a lo que “Asturias patria querida” era para nosotros antes de ser elevada a himno autonómico. El público lo escucha o lo canta respetuosamente puesto en pie y el que no levanta el culo del asiento es desalojado del recinto por los miembros de seguridad. Ya imaginaran lo que le puede ocurrir a un idiota que se le ocurra silbar el himno nacional cuando es interpretado antes de que comience cada encuentro. Les cuento esto, porque el sábado no salí de mi asombro al escuchar a Elisa Beni, en ese programa nocturno que es mitad espectáculo y mitad propaganda de Ppodemos, engañar a la audiencia diciendo, en clara renuncia al mínimo pudor que la información exige, que en los Estados Unidos se estaban riendo de la polémica de las banderas estrelladas y de las pitadas al himno.

Ganó el vehículo de la independencia porque es mucho más equipo jugando en igualdad numérica y perdió el Sevilla porque no supo materializar ocasiones clarísimas cuando jugó en superioridad. Eso en lo deportivo. En todo lo demás perdió una sociedad estrellada por negligente al haber abandonado el gobierno de su país en manos de la incompetencia judicial y política.

Antonio de La Española

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