El PETHEMA tiene 61 estudios vigentes y 41 pendientes de inicio

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El Programa Español de Tratamientos en Hematología (PETHEMA), de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH), “es un claro ejemplo de cómo debe hacerse investigación colaborativa en España”, ha apuntado el doctor José María Moraleda, presidente de la SEHH, con motivo de la celebración de la 44 Reunión Anual de PETHEMA en Murcia. Este grupo cooperativo de investigación académica e independiente cuenta con 61 estudios vigentes y 41 pendientes de inicio, además de 9 registros, según se ha puesto de manifiesto en la presentación del informe anual, a cargo de los doctores Miguel Ángel Sanz y Albert Oriol, presidente y secretario, respectivamente, del Grupo PETHEMA. Además, se han generado 41 publicaciones internacionales en lo que va de año, muchas de ellas de muy elevado impacto. Los grupos más activos dentro de PETHEMA son los de mieloma múltiple (GEM) leucemia aguda linfoblástica (LAL) y leucemia aguda mieloblástica (LAM), habiéndose incorporado dos nuevos en el último año: leucemia linfática crónica (LLC) y púrpura trombocitopénica autoinmune idiopática (PTI).

El Grupo Español de Mieloma (GEM-PETHEMA) ha anunciado la preparación de un estudio epidemiológico nacional que incluirá a pacientes controlados a lo largo de un año. Por otro lado, se ha actualizado la situación de los dos ensayos clínicos más importantes que hay en marcha en MM: GEM2012 y GEM2014. “Ambos estudios –en fase III y randomizados- están encadenados y cuentan con unos 500 pacientes procedentes de más de 70 hospitales”, ha explicado el doctor Juan José Lahuerta, coordinador del GEM-PETHEMA y jefe de sección del Servicio de Hematología del Hospital 12 de Octubre, de Madrid. “Los pacientes del primero, centrado en la consolidación post-trasplante, pasan inmediatamente al segundo, que para mantenimiento de la respuesta”, añade. “Es más que probable que ya estemos curando el mieloma, aunque todavía tenemos que corroborarlo”. Por el momento, “la supervivencia libre de progresión en primera línea, en pacientes tratados con el esquema VTD (bortezomid, talidomida y dexametasona), es de cinco años”. Además, con esta combinación “esperamos reducir la toxicidad de forma importante”.

En el ámbito de la LAL, “estamos asistiendo a un salto cualitativo en el tratamiento de esta leucemia de la mano de la inmunoterapia”, ha apuntado el doctor José María Ribera, coordinador del GELAL-PETHEMA y jefe de Servicio de Hematología del Instituto Catalán de Oncología (ICO)-Hospital Universitario Germans Trias i Pujol. “Varios centros de PETHEMA han cerrado su participación en ensayos clínicos con blinatumomab e inotuzumab ozogamicina, fármacos que sólo se pueden utilizar actualmente en programas de uso compasivo”. Para la LAL con cromosoma Filadelfia, “se están abriendo los centros participantes en un ensayo clínico con ponatinib, un inhibidor de tirosincinasa con actividad muy prometedora en el tratamiento de primera línea, en combinación con quimioterapia”. También están en desarrollando investigaciones para esta tipología de la enfermedad en el seno del Grupo Europeo del LAL del Adulto (EWALL en sus siglas inglesas). Por último, “hay en perspectiva ensayos clínicos con linfocitos T genéticamente modificados: la denominada terapia CART”.

En LMA se han presentado las guías asistenciales de tratamiento en pacientes jóvenes. “En esta nueva era en la que estamos entrando, es indispensable el conocimiento profundo de las alteraciones genéticas y moleculares que condicionan el pronóstico de la enfermedad, así como la posibilidad de administrar al paciente nuevos fármacos dirigidos a dianas genéticas”, ha señalado el doctor Pau Montesinos, líder del Grupo de LMA de PETHEMA y hematólogo del Servicio de Hematología del Hospital Universitario La Fe, de Valencia. “Esto último aún depende de la existencia de ensayos clínicos con estas nuevas terapias de precisión, aunque los nuevos protocolos consensuados ya incluirán el tratamiento preventivo de la LMA ante la persistencia de enfermedad mínima residual o la recaída molecular”, explica. “Para llevar esta estrategia a buen puerto, es indispensable el establecimiento de una plataforma nacional de diagnóstico con centralización de muestras, un proyecto que se encuentra muy avanzado”.

El experto ha destacado dos estudios clínicos en marcha (el ensayo FLUGAZA, en pacientes LMA ancianos de nuevo diagnóstico, y el estudio VIVIA-PMAML) y otro más recientemente terminado, que ha arrojado importantes datos preliminares (PLERIFLAG). Además, se prevé la puesta en marcha de 4 nuevos estudios para el próximo curso, donde destacan dos que se realizarán en varios países europeos además del nuestro: Quantum-first, en pacientes LMA de 18 a 70 años de nuevo diagnóstico, y APOLLO, en el que participará PETHEMA con 45 pacientes en tres años.

Autoprotección jurídica del investigador clínico

El doctor Alfonso Santiago, director ejecutivo de la Fundación PETHEMA, expuso las claves de la autoprotección jurídica en la investigación clínica. Partiendo del hecho de que dos ensayos clínicos de PETHEMA van a entrar este año en el programa de inspección de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), este experto ha defendido en su ponencia la necesidad de entender por qué se debe ser muy rigurosos en el cuidado de las normas de buena práctica clínica. Las razones principales de ese rigor se deben a que el ensayo clínico no se puede hacer sin comprometer de algún modo los derechos fundamentales de los pacientes, que generosamente se prestan a colaborar, y también a que es la fase crucial, la fase experimental de una investigación científica, y en la que por tanto se deben cuidar exquisitamente las condiciones de realización en todos los escenarios para que la validez del ensayo no se ponga en entredicho. En este sentido, “las perspectivas del médico investigador y del inspector deberían lograr confluir mejor en sus objetivos básicos, algo que no siempre ocurre”. Como crítica al sistema actual, añadió: “la monitorización tendría que adaptarse al riesgo de cada investigación concreta, por lo que no debería ser lo mismo investigar con voluntarios sanos que con enfermos de pronóstico sombrío, que por definición son los enfermos onco-hematológicos. La legislación comunitaria y nacional debería diferenciar en esto pero sigue siendo una cuenta pendiente el que lo haga”. Asimismo, “la inspección de los ensayos clínicos debería tratar de tener más en cuenta la calidad esencial del resultado y no solamente la fidelidad a los procesos, lo que hace que se ponga en tela de juicio el trabajo correcto de un investigador por el descuido de ciertas formalidades que en justo término no tendrían realmente un impacto real en la validez científica de su labor”.

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