Los políticos secuestran la televisión ¿para qué?

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Esta semana dábamos cuenta en prnoticias de algunas claves del comienzo (otra vez) de la campaña electoral que da el pistolezado de salida la madrugada de este viernes. A estas alturas y después de una campaña perpetua que lleva instalada en los medios de Comunicación más de un año es difícil que los partidos den alguna nueva vuelta de tuerca a sus mensajes y sus candidatos. Precisamente una campaña que llega en medio de un hartazgo generalizado de la población con este clima electoral y con las interminables apariciones mediáticas de los candidatos.

La semana pasada vimos a Pablo Iglesias en todas las televisiones y en las situaciones más absurdas. Desde ser interrogado por su clon chanante, tomarse una caña con Susanna Griso en una terraza, pasando por una improvisada entrevista con niños de ocho años, responder las preguntas de una familia de clase media cabreada hasta debatir al más puro estilo de la vieja política con Albert Rivera. Esta semana toca el turno de Pedro Sánchez, en una tourné que comenzó por la mañana de ayer en Más de Uno en Onda Cero y continuó la noche en un cordial encuentro con niños guionizados. Una franja horaria en la que compitió con Albert Rivera que fue entrevistado por Ana Blanco en el telediario de La 1.

¿Y las audiencias? Ya no son las mismas. Cuando hace dos años estallaron los nuevos partidos tener a Pablo Iglesias o a Albert Rivera en un plató era sinónimo de éxito absoluto y de millonarias audiencias. Hoy, fruto del hartazgo de tenerles dos o tres veces por semana en diferentes cadenas, ha llevado sus audiencias a cotas muy bajas. Solo un ejemplo: el debate del domingo entre Albert Rivera y Pablo Iglesias en Salvados reunió anoche a 3, 2 millones de espectadores y un 18,2% de share. En octubre del año pasado este mismo debate marcó 5,2 millones de espectadores y un 25,2% de share, dos millones menos.

¿Y ahora qué? Pues poco que contar. Nos quedan dos semanas en las que veremos a los candidatos en televisión, radio y prensa, mañana, tarde y noche. Un derroche de recursos por parte de los medios de Comunicación para transmitir la sensación de que están involucrados y concienciados con la información, pero no es más que un circo más en que los payasos ahora son los políticos que hacen lo que les pidan con tal de intentar arañar algún voto. Y lo peor de todo es que casi la totalidad del electorado que realmente se dirigirá a las urnas el 26 de junio ya tiene decidido su candidato. Y eso no hay televisión que lo cambie.

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