¿El liderazgo es cuestión de sexo?

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Cuando hablamos de liderazgo… ¿Le podemos poner sexo? Quizás la pregunta correcta sería… ¿Debemos ponerle sexo? Hombres y mujeres somos “más iguales que diferentes” y, a la vez, somos diferentes en casi todo. Ser uno u otra supone un modo diferente de ver, entender, evaluar y, por lo tanto, de actuar en el mundo. En definitiva, nuestra biología marca también unas diferencias claras en la psicología masculina y femenina, que son la base de la complementariedad.

Los científicos hablan de los hemisferios del cerebro humano, los cuales están especializados: hablan diferentes lenguajes verbales y visuales-espaciales. Se distinguen incluso dos tipos de pensamiento: el masculino (analítico, racional y cuantitativo) y el femenino (sintético, intuitivo y cualitativo). El hombre parece tener una mayor especialización en sus hemisferios cerebrales, de tal manera que sólo pueden comunicarse entre sí de una manera formal, después de codificar las representaciones abstractas.

En la mujer, sin embargo, no sucede así, de tal manera que ambos hemisferios son capaces de comunicarse de una manera menos formal, menos estructurada y más rápida. En general, las mujeres son mejores que los hombres en la integración de la información verbal con la no verbal, en asimilar toda clase de información periférica con rapidez. Quizá sea ésta la raíz de la llamada intuición femenina, esa capacidad de realizar un juicio rápido que más tarde suele revelarse correcto, respecto a algo o a alguien con quien sólo han estado diez minutos.

Nos movemos en un entorno empresarial en el que las mujeres, en la mayoría de los casos, no acceden a puestos superiores por decisiones personales. Por suerte el que las parejas de estas mujeres las apoyen permiten que las cosas empiecen a cambiar. Por otro lado hay mucho por lo que trabajar. Los salarios, por ejemplo, son un aspecto que aún hay que regularizar. Los informes hablan por sí solos. Cuando un hombre ocupa un puesto directo, y una mujer ocupa el mismo puesto, el salario se ve perjudicado con la consiguiente desigualdad por la que debemos luchar tanto unos como otros. El talento, por tanto, no entiende de sexos y lo cierto es que hay hombres con habilidades de dirección más femeninas y al contrario. En el término medio está la virtud.

Es habitual que en las conversaciones salgan temas como millenials o conciliación. Es cierto también que las nuevas generaciones tienen mucho más integrados conceptos que deberían ser habituales en las empresas o más que habituales nada novedosos. Aún queda mucho por recorrer en el terreno de la igualdad. Confiamos que con programas como el de hoy habrá un momento en el que no hablemos de liderazgo masculino o femenino y sí de liderazgo humano que es el que debería imperar tanto en empresas como en instituciones.

Seguiremos Informando…

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