Antonia San Juan, con orgullo y sin eufemismos, presenta ‘Mi Lucha’ en Destino Wonderland

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Antonia San Juan no se anda con chiquitas ni se va por las ramas y habla sin tapujos, demostrando que tiene las ideas muy claras: Mi lucha, su nuevo espectáculo (concepto que nunca pierde de vista porque “lo contrario sería dar un discurso y eso no me interesa”), apela directamente a las emociones y conciencia de cada espectador, pretendiendo divertirle e invitando a la reflexión.Pero antes, os recordamos que este, y todos nuestros Podcast están a vuestra disposición en Itunes, Ivoox y Spreaker. Mi lucha arranca con una declaración de intenciones inapelable en la que Antonia San Juan desgrana para quiénes no actúa, puesto que el espectáculo “va dirigido a todos los que respetan a los demás, a los que admiten las diferencias, y en especial a los padres que no hablan mal a sus hijos de los homosexuales”.

Con Mi lucha, Antonia San Juan se reivindica como lo que es, una actriz versátil, un poderoso animal escénico capaz de transformarse en cuestión de segundos, intérprete curtida en el contacto con el público al que sabe atrapar con dos frases, pasando de lo cómico a lo patético, doloroso e incluso trágico con inmensa naturalidad. No reniega de su pasado ni de trabajos anteriores (hace un homenaje a La Agrado, el personaje con el que Pedro Almodóvar la lanzó al estrellato en Todo sobre mi madre), pero no quiere que aquellos que sólo la conocen por la televisión crean que todo se reduce a la Stella Reynolds de La que se avecina.

En la semana en que se celebra el MADO, las palabras de Antonia San Juan constituyen el mejor pregón posible para una fiesta que no puede olvidar su carácter reivindicativo. La actriz explica cómo nuestra sociedad da valor a una supuesta autenticidad que, en realidad, es tan sólo reflejo de incultura, reproducción de clichés y estigmas, terreno abonado para el insulto y la ofensa en aras de una mal llamada y peor desarrollada libertad de expresión.

El musical Funny Girl, primero en Broadway (en 1964) y poco después en Hollywood (en 1968), cimentó y propulsó la carrera de una jovencísima Barbra Streisand, quien nunca ha vuelto a actuar en una obra de teatro pero obtuvo un Oscar (empatando con Kathatine Hepburn) por el que era su debut en la pantalla. Compuesta por June Styne y Bob Merrill, Funny Girl se inspira en la vida de la legendaria artista Fanny Brice y proporcionó a Barbra uno de sus hitos, una de esas canciones que siempre quedarán vinculadas a su prodigiosa voz: People. Pablo Vilaboy recuerda otros temas del musical que también se hicieron tremendamente populares y cuenta algunas anécdotas acontecidas tanto entre cajas como en el posterior rodaje, incluyendo el nombre de la actriz elegida en un primer momento para estrenar Funny Girl y las causas de su abandono.

Seguiremos informando…

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