La boda del siglo

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“La belleza tiene un límite, la fealdad no.” (Anónimo)

Quizá, y sin quizá, jamás pareja alguna consiguió, ni por asomo, transfigurar todo lo que les rodea en algo tan sumamente feo. Reyes Midas de lo asqueroso, resulta obvio que su moral tiene magia, magia negra de casquería, pero magia a fin de cuentas. Es lo que ellos venden mostrándose como desecho tóxico. Seres desfigurados a conciencia por un bisturí delirante, cuyos pasajes amorosos, exhibidos en una barraca de feria, son dignos de la más absoluta podredumbre ética. Es algo inherente a la cadena que los emite de manera ininterrumpida y muestra a la pareja como parte destacada de su parada de monstruos.

Creo que debido a una indigestión de información tuitera he tenido un sueño que les relato a continuación. ¡Pasen y vean!

El oficiante (Cabeza de carnero y voz de ultratumba)

“Amigos: Nos hemos reunido hoy aquí en un rien n´va plus de la obscenidad, en este lugar ideal para las diversiones indecentes, sauna embajada de Sodoma y Gomorra, para la celebración de un acto jurídico, y por lo tanto muy serio, como es el contrato matrimonial de la ruina física del Sr. Robocop y la no menos ruina que es la Sra. Novia De Chuchy. El marido y la mujer han de faltarse al respeto mutuamente y actuar siempre contra los intereses de la familia propia y de la de su cónyuge. Ambos están obligados a la apariencia de vivir juntos, continuar guardándose infidelidad y agredirse mutuamente de forma verbal y física. Sed todos bienvenidos. Pónganse en pie para la lectura de este atestado de la Guardia Civil y para el consentimiento de la consentida y el consentidor”. Tras leer el atestado que ha sido atendido por la indiferencia general de los que siempre lo han tapado, el oficiante pronuncia: Sr. Robocop. ¿Consiente, como siempre y como privada y públicamente ha consentido, contraer matrimonio con su consentida Sra. Novia de Chucky?

Robocop (Vestido de buscona, cabeza ladeada sonriendo con orgullo fingido, mirada muerta con ortopedia ocasional por pestañas postizas, la congénita estupidez de su testa adornada con artesanal corona de astas de ciervo homosexual, emite un sonido casi ininteligible prometiendo por sus cien cicatrices guardar a la novia amor eterno. Algo que el oficiante interpreta como un sí)

El oficiante (Ahora convertido en híbrido de sapo y cerdo vietnamita, el sapocerdo tose y escupe veneno, saca del bolsillo de un bañador marica un cirio que pone en manos de una aspirante a esposa de ojos hundidos en una cara de goma modelo B de la Clínica Bruselas) Sra. Novia de Chucky. ¿Consentís en este acto, contraer matrimonio con el gran cabestro Sr. Robocop? ¿Prometéis un matrimonio plagado de infidelidades incluidas aquellas en las que medie comercio carnal?

Novia de Chucky (Ataviada de buscona masculina, tan rematadamente fea como para no poder ser descrita con palabras que no sean inventadas, contonea su trasero y da dos pasos hacia el frente mientras con mirada de deseo se dirige al oficiante por ver si enciende su pasión) No he entendido bien la pregunta. ¿Me la puede repetir? (Su verbo sacude los cimientos del templo con un rapto de sinceridad como no se recuerda otro en su vida).

El oficiante (El sapocerdo se ha transformado en clon de Jorge Javier Vázquez, disfrazado con minifalda tableada de colegiala mostrando una lencería barata regalada por Terelu Campos, zapatos de charol, brillantina para tres meses, labios pintados en fresa, sonrisa falsa y voz de agua turbia) Mira Barbie de plastilina, que a ver si te casas ya de una vez, que llevas vendiendo esto desde hace años, cuando aún estaba el cabestro legalmente casado con la madre de sus hijos. (Se frota las manos pensando en la audiencia que obtendrá con el divorcio dando por buena la respuesta de un rótulo que aparece en una pantalla gigante “a la pregunta de si pidió un mc pollo dice que sí” y lanza una inesperada alocución). Así pues, obscenos entre los obscenos, y dado vuestro consentimiento, en virtud de las facultades que legalmente me han sido otorgadas, declaro este momento y este acto como el advenimiento de Lucifer. Sois la infamia, la difamación, la mentira, la calumnia, la violencia de género, el fin de la belleza, el fin de la felicidad. Sois de tal manera degenerados que ni siquiera puedo pronunciar vuestros nombres sin tener que vomitar.

(El oficiante vomita en un copón en el que está grabada la marca de la bestia y todos los asistentes mojan sus labios en el flujo milagroso que cura el cáncer según afirman el novio y un invitado. Los recién casados juntan sus bocas en un chorro de líquido viscoso que mana de un órgano músico–sexual que emite los acordes del Aserejé. Tragan y tragan y vuelven a tragar con todo.)

¡Suerte!

Antonio de La Española

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