No estamos contentos con… la falta de humanidad del personal sanitario con los pacientes

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Ese ente incorpóreo llamado Sanidad que injustamente sufre recortes por esos malvados políticos, ¿eh? Ese ente está formado por personas que estudiaron un día para llegar a ser profesionales con una vocación, quiero entender, de ayudar a los demás en esos momentos en los que nos falta lo más preciado en la vida: la salud. Quizá esos profesionales estén hartos o hastiados de ver y “sufrir” a gente quejándose “por cualquier cosa”, a familiares nerviosos pidiendo de urgencia atención por “tonterías”, pero los pacientes solo viven eso con suerte una vez y desean salir de ello cuanto antes. Todos tenemos historias vividas en nuestras propias carnes o por familiares o conocidos en las que el trato del personal médico ha dejado bastante que desear, tanto por falta de empatía y educación, como por falta de profesionalidad. Nos han dejado horas esperando, sin atendernos, sin hacernos caso o sin darle importancia a lo que nos ocurría. No nos resultará extraña esa contestación de un enfermero diciendo “eso no es nada” o “eso es normal”, como si preguntáramos por tonterías… Hasta que SÍ pasa algo. Por eso los pacientes preguntan, porque se sienten indefensos y quizá lo que les pase sea nuevo para ellos; por eso los familiares y acompañantes se quejan de las esperas, porque sus enfermos quizá están sufriendo demasiado y en algunos casos ese tiempo puede ser crucial, como en el de esta pobre chica.

No seamos demagógicos, no politicemos con todo, no todo es politizable, no todo es culpa de esos malvados políticos, no todas las injusticias del mundo tienen que ver con quién votamos. Por muchos recortes que haya, en hora y media alguien podría haberse dignado a ir a ver a alguien que había empapado por segunda vez una cama con sangre. Esto ha sido un caso concreto, de un día concreto, un hospital concreto y unas personas concretas. Podría haber pasado en cualquier hospital y en cualquier ciudad de España. Podría no haber sido noticia si hubiesen hecho más caso a la chica cuando se desangraba, podría no haber sido noticia si hubiesen tenido ese medicamento, o si, supuestamente, no hubiese habido negligencia. La justicia lo aclarará.

Toda profesión es respetable. Sin embargo, la de los profesionales de la salud es de las que más respeto debería generar, porque en teoría (así creo que debería ser) es la que más vocación esconde detrás. Y más respeto si cabe teniendo en cuenta que hablamos de un gremio al que confiamos nuestro cuerpo, nuestra salud y, en muchos casos, nuestra dignidad. Seguramente el caso de Nagore, fallecida con 30 años tras una serie de complicaciones de las que fueron avisadas las enfermeras del Hospital San Pedro de Alcántara cuando subió a su habitación después de dar a luz, no sea culpa de los recortes, seguramente traten de escudarse en eso, seguramente se tapen entre ellos y seguramente nadie pierda su puesto de trabajo. Lo que es seguro es que dos criaturas se han quedado sin madre, un hombre se ha quedado sin su pareja y unos padres sin su hija, que sufriría lo indecible aquel día. Es horroroso, no paro de pensar en ello desde anoche.

Este humilde mensaje es de apoyo y pésame para la familia, lo ocurrido es demasiado triste, pero me gustaría que todos esos médicos y enfermeros que puedan llegar a leerlo se paren y piensen que los pacientes no van a los hospitales por gusto, que se paren y piensen mañana cuando vuelvan al trabajo que una buena contestación o un buen gesto no cuestan nada, el día se hace más agradable cuando le haces la vida más cómoda a un paciente, que una reacción rápida y eficaz a tiempo puede ser clave. Quienes van a un hospital esperan buen trato y que se les haga caso. Paraos a pensar que no hay pacientes “impacientes”, ni “sucios”, ni “exigentes”, ni “preguntones”, ni malhumorados… Son PERSONAS nerviosas, con miedo, con dolores, que no saben qué les ocurre y no saben lo que les espera…

Todos tenemos estrés y agobio en el trabajo, a todos nos gustaría cobrar más y currar menos, pero la responsabilidad autoimpuesta, el orgullo propio del buen trabajo realizado debe pesar más que todo eso. Más aún cuando de tu trabajo dependen el bienestar y las vidas de otros. Son humanos y pueden errar, pero quizá un poco más de atención a las quejas y a los detalles no estaría de más.

Ojalá haya justicia para esta familia, ánimo en el arduo camino que les espera, pero también apelación a la conciencia de todos esos profesionales que un día se plantearon con ilusión que su vocación fuese lo que les diese para ganarse el pan cada día.

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