Los dos grandes desafíos de la Nutrición en las próximas décadas son la nutrición de precisión y la educación nutricional

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Las principales enfermedades crónicas de carácter no transmisible son las enfermedades cardiovasculares, la diabetes tipo 2, el cáncer y las enfermedades inflamatorias pulmonares. Estas patologías están creciendo en todo el mundo y suponen una carga muy importante para los sistemas de salud en todos los países. Su desarrollo e incremento se debe, en gran parte, a los nuevos estilos de vida y, en especial, a los cambios producidos en los patrones de alimentación, así como al sedentarismo.

Durante la XVII Reunión de la Sociedad Española de Nutrición (SEÑ), los expertos han hecho hincapié en la importancia de esta realidad y en que los gobiernos deben establecer políticas públicas de educación nutricional a todos los niveles (estatal, escolar, familiar) para hacer frente a esta situación.

“Es necesaria la creación de medidas educacionales y de intervención sobre nutrición, que estén dirigidas y enfocadas al beneficio de la población general. Y es que, con los conocimientos que disponemos a día de hoy y si se implementaran acciones dirigidas a la población general se podría disminuir hasta el 50% la incidencia de estas enfermedades crónicas”, comenta le Profesor Ángel Gil, presidente de la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT).

Según el profesor Gil: “Estas medidas generales, deben de ir en paralelo a la nutrición de precisión, centrada en el individuo. Estas dos ideas son los grandes desafíos en Nutrición para las próximas décadas”.

Este tipo de nutrición, similar a la personalizada: “Consiste en conocer a los individuos o a los grupos de individuos que comparten determinadas características genéticas y por tanto, tienen mayor o menor susceptibilidad a ciertas enfermedades crónicas”. Es decir, busca conocer más información sobre el paciente como enfermedades asociadas (hipertensión, diabetes, hipersensibiliddad), variaciones genéticas, antecedentes familiares, gustos y aversiones por los alimentos, situación social y religiosa, actividad física que realiza, intolerancias, etc. “En definitiva, este nuevo concepto considera aspectos individuales para que el paciente sea mejor atendido, valorado y, finalmente mejor tratado”, explica el Dr. Alfredo Martínez, Catedrático de Nutrición de la Universidad de Navarra y miembro del CIBERobn.

Estudio personalizado a través de las ciencias ómicas

En este sentido, el Dr. Martínez destaca la importancia del estudio personalizado de los pacientes a través de las denominadas ciencias ómicas (nutrigenómica, nutrigenética, la nutriepigenética, la metabolómica, la proteñómica, etc.). “Gracias a estas podemos obtener una información que nos permite diseñar una nutrición con recomendaciones personalizadas y de precisión que se traduzcan en una mejora de la salud del individuo y en la prevención de enfermedades crónicas”, resalta.

Así, “el estudio de las ciencias ómicas va a permitir que, en muy pocos años, podamos conocer más variantes que expliquen las variaciones genéticas y su repercusión en enfermedades como la obesidad. Esto, acabará revirtiendo en un beneficio en la población general y, por supuesto, en los individuos que comparten determinadas características genéticas”, apunta el Profesor Gil. Según el Dr. Martínez, España practica esta nutrición sin una consideración conceptual ya que “cuando acudes al médico o al nutricionista, éste te pregunta por antecedentes y te hace una historia clínica, un pequeño examen”.

Mitos y modas sin base científica

La alimentación es uno de los aspectos de la vida  que  suscita  mayor  interés en la población general. Esto, unido a una información muchas veces errónea, ha favorecido el desarrollo de  ciertos   mitos y modas sin base científica alguna. Estas creencias, en ocasiones muy arraigadas, pueden influir negativamente en la adquisición de hábitos alimentarios en la infancia y el mantenimiento de los mismos en la edad adulta.

“Hay que desmitificar las falsas creencias que se tienen sobre la alimentación. No es cierto que saltarse una comida adelgaza, que los productos integrales tienen menos calorías, que los alimentos frescos son más nutritivos que los congelados, o que mezclar hidratos de carbono y proteínas engorda”, apunta la Profesora Isabel Polanco, Catedrática de Pediatría y presidenta de la Fundación Carlos Vázquez. En este sentido, los profesionales subrayan que la base de una dieta sana y equilibrada es la variedad y el conjunto de los alimentos. Además de este tema, durante la sesión sobre mitos y las realidades en la nutrición, se le ha dedicado atención a patologías específicas como la histaminosis, la importancia del consumo adecuado de antioxidantes  o de  algunos “nuevos alimentos o nuevas  modas de consumo”, como por ejemplo, las semillas  (chía), cereales  como la  espelta  y pseudocereales (trigo sarraceno, quinoa, etc) y la sensibilidad al gluten no celíaca.

“Esta forma de intolerancia a esta proteína, presente en la semilla de muchos cereales, es una definición reciente que se está investigando a fondo para conocer cuáles son los mecanismos fisiopátiocos implicados. La sensibilidad al gluten no celíaca es una situación que puede ser transitoria o permanente”, aclara la profesora Polanco. Los síntomas de esta intolerancia son similares a los que presentan pacientes celiacos (dolor abdominal, eczema, dolor de cabeza, confusión mental, cansancio, diarrea, depresión, anemia, entre otros) y, según los profesionales, son difíciles de diagnosticar. “Aún no hay biomarcadores específicos para  su diagnóstico; lo realizamos por exclusión y el tratamiento que aplicamos es, como en el caso de los paciente celíacos, la retirada del gluten”, señala la experta.

Valor energético e ingesta calórica, dos variables a tener en cuenta

Dentro de las novedades científicas presentadas durante la reunión, se ha dado a conocer datos preliminares de la revisión “¿Es considerado el gasto energético en la literatura científica cuando se mide la ingesta calórica?”, que está llevando a cabo el grupo de trabajo “Estilos de vida saludables” (http://www.sennutricion.org/es/estilos-grupos-trabajo-sen), coordinado por la Dra. Marcela González-Gross, vicepresidenta de la SEÑ y Catedrática de la Universidad Politécnica de Madrid.

Con una metodología de revisión sistemática y una búsqueda estructurada con una ecuación final, se obtuvieron 2449 artículos. Únicamente en un 15 % de los trabajos revisados, sobre 307.543 sujetos adultos mayores de 19 años de diversos países, se incluye tanto la ingesta como el gasto energéticos.

Además, otra de las conclusiones que se desprende es la diversidad metodológica a la hora de cuantificar ambos aspectos, lo que dificulta la comparación entre estudios. Por otro lado, “en la parte de dieta, se observan al menos 14 métodos diferentes, predominando el registro dietético y el cuestionario de frecuencia de consumo de alimentos.

En la parte de gasto, 10 métodos diferentes, predominando el agua doblemente marcada, considerado método de referencia, calorimetría indirecta y aplicación de fórmulas”, asegura la Dra. González-Gross. Esta revisión pretende contribuir al debate científico que se plantea en torno al posible aumento o disminución de la ingesta energética en relación con el gasto durante las últimas décadas.

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