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Han sido, y son, innumerables las ocasiones en las que una mujer en pleno proceso de coaching ha dicho en alto la palabra “sola” y la expresión “estoy sola”, para inmediatamente después llorar desconsoladamente y quedarse con la sensación inevitable de aislamiento y tristeza posteriores. Ésto es algo que se repite constantemente en el mundo de la mujer, con independencia de situarse en el ámbito profesional o personal.
Los filósofos del lenguaje como Martin Heidegger dicen: “El lenguaje expresa una particular forma de vida”. Lo más importante que hace el lenguaje no es lo que acabamos de mencionar, sino el hecho de que es una actividad transformadora. Cuando digo algo, hago que ciertas cosas ocurran; el lenguaje provoca, en nosotros y en los demás; es capaz de transformar la realidad y se genera a través de cómo cada uno vemos e interpretamos el mundo.
Basta con advertir como mujer observa y actúa ante diferentes situaciones como pueda ser la marcha del nido de los hijos, la ruptura de las relaciones, el no apoyo del jefe, el ocupar puestos de dirección en momentos de dificultad, etc.
La propuesta es conversar con vosotras mismas acerca del juicio que lanzamos (a veces de forma indiscriminada y sin medida), ante alguna de estas situaciones y circunstancias. Hazte la pregunta: “¿Qué escucho ante el pensamiento de “Estoy sola”? ¿Qué provoca en mí?”.
Seguiremos informando…