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¿Hasta dónde vamos a llegar en el avance tecnológico en el que nos encontramos? ¿Estamos cada vez más conectados o por el contrario estos avances nos desconectan de la vida “real”? ¿Está cambiando el paradigma en cuanto a cómo nos relacionamos y cómo recibimos y procesamos la información?
En las últimas dos o tres décadas hemos vivido un desarrollo tecnológico vertiginoso que nos ha llevado a cambiar nuestros hábitos y necesidades. No hace tantos años que los dispositivos móviles e Internet no existían. Cuando aparecieron los primeros teléfonos móviles eran para eso, para hablar por teléfono sin cables desde cualquier lugar, todo un avance revolucionario. Internet asomaba apenas y se usaba en las empresas con un funcionamiento muy lento pero que hacía revolucionar el mundo de la comunicación y favorecía la globalización.
En pocos años los dispositivos móviles se usan para casi todo menos para hablar a través de ellos, existen infinidad de aplicaciones que nos hacen la vida mucho más fácil y que nos permiten darle un uso que parece no tener límites y que cada vez se amplía más.
Todo ello hace surgir el mundo de las redes sociales, Facebook, Twitter, Instagram, etc. Parece que si no tienes una cuenta o perfil en una de ellas, o mejor dicho en todas, no existes. Y en realidad es así, si no estás en las redes, no estás en la nube, no estás accesible ni abierto al mundo actual. Y todo esto no es algo malo, de hecho es una herramienta increíble y casi imprescindible para poder estar visible a nivel profesional y de ocio, abriendo un mundo de posibilidades impresionante, y por qué no decirlo, facilitando mucho la vida a la hora de poder estar conectados.
Sin embargo corremos el peligro de sobredimensionar todo este avance o darle un uso en el que pasamos de ser algo que nos sirve a nosotros, a estar nosotros bajo su servidumbre y tiranía, restándonos el tiempo para vivir experiencias, para relacionarnos físicamente con los demás.
Y no voy a detenerme mucho en el tema de la seguridad de la nube, de lo que implica estar geolocalizados constantemente y ver como las redes estudian nuestros comportamientos, los lugares que frecuentamos, nuestras preferencias, los lugares y cosas que nos gustan.
Pero no es lo mismo vivir en la nube que vivir en las nubes. Vivir en las nubes es todo aquello que podemos hacer más a menudo para disfrutar libremente de nuestros sueños. Aunque hasta ahora esta expresión de vivir o estar en las nubes ha tenido un significado negativo de estar disperso o de no tener los pies en la tierra, sin embargo creo que vivir en la nube (en singular) puede desconectarnos mucho más del aquí, del ahora, del presente.
Te propongo algo mejor que vivir en la nube: pon tu móvil en modo avión un rato cada día y echa a volar tu imaginación, vuela y aterriza en esta maravillosa VIDA.
Seguiremos informando…