Usabilidad: término no recogido en la RAE, pero que sí debería incluir una web

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Aunque la RAE no incluye la palabra “usabilidad”, procedente del término inglés usability, su uso ya es habitual cuando se hace alusión a la experiencia del usuario en el sector digital y las nuevas tecnologías. De ahí que el segundo jueves de noviembre de cada año se conmemore el Día Mundial de la Usabilidad, fecha reservada a promover la importancia del factor humano en el desarrollo tecnológico.

Cualquier web tiene la obligación de ser intuitiva, fácil de usar y visualmente atractiva. Más aun en momentos concretos para un negocio, como puede ser próximamente el Black Friday, o para que los usuarios obtengan rápidamente toda la información necesaria sobre una iniciativa, producto o servicio. Pero ¿cómo conseguirlo? The Valley recomienda pensar siempre en el usuario:

• Proporcionarle un site con menos de 4 clics. El usuario se frustra con facilidad. Por ello, lo primordial será crear una estructura en la que no tenga que clicar más de cuatro veces para llegar a un determinado contenido. Además, incluir un botón de búsqueda y elaborar correctamente el menú de la página de inicio será también imprescindible. Este último deberá estar visible y no tener más de siete elementos, los cuales, a su vez, tampoco deberán contener más de tres palabras.

• Enlaces internos que le pongan las cosas fáciles. Los enlaces internos dentro de las páginas, aparte de ayudar a curiosear por la web, son una excelente herramienta para pasar de una sección a otra con mayor rapidez. Si el usuario ve algo que puede interesarle y no hay enlace, aunque tenga el menú a su disposición, dejará de rastrear. También habrá que presentarle la información más importante en la parte superior izquierda, dado que tenderá siempre a leer el contenido “en diagonal”.

• Marcarle el camino con “migas de pan”. Aunque no son obligatorias, las “breadcrumbs” son el mejor recurso para que el usuario esté siempre informado de lo que hace y en qué parte del site se encuentra. Estas marcarán la ruta que ha seguido desde la página de inicio hasta la que está visualizando, incluyendo enlaces a las anteriores secciones. En el caso de los ecommerces, serán importantes los indicadores de procesos de compra, que muestran en qué fase se encuentra el usuario y cuántos pasos le quedan para finalizar.

• Hablar “su idioma”. El texto, además de coherente y bien dispuesto, tendrá que utilizar el tamaño, titulares, colores e iconos necesarios para destacar aquello que sea prioritario y guiarle más fácilmente a lo que está buscando. De este modo, lo recomendable es: fuentes no inferiores a 14px y de tipología “sans”; frases cortas, descriptivas, sin palabras grandilocuentes y que vayan al grano; evitar párrafos largos; usar técnicas que faciliten la lectura (negritas, títulos y encabezados, listas…); dinamizar el texto con imágenes claras y con sentido; no abusar de los colores…

• No hacerle perder el tiempo. El usuario, cuando navega, siempre tiene prisa. Está demostrado que por cada segundo que tarda una página en cargarse, disminuye un punto porcentual la tasa de conversión. Por ello, reducir al máximo el tiempo de carga cuando pasa al siguiente proceso de compra, adquiere un producto, cambia de sección, descarga un archivo o envía un formulario, será la clave. Los cinco factores que influyen en esta cuestión y que deberán revisarse con atención son: el hosting, las imágenes, los plugins, la plantilla y los scrips externos.

• Tiene que sentir que lleva el control. Las páginas de confirmación de una acción o las barras de carga en los procesos de descarga de archivos harán sentir al usuario que tiene el control. También será importante ayudarle en caso de que quiera retroceder en alguna acción: el botón de borrar un artículo de la lista de compra, de deshacer o la opción de editar un perfil son algunos ejemplos.

• ¡La accesibilidad! Esta premisa hace referencia a que cualquier persona, independientemente de las circunstancias y los dispositivos utilizados, pueda entrar en una página, conocer sus contenidos y adentrarse en sus diferentes apartados. Una web dejaría de ser accesible, por ejemplo, cuando para poder verla correctamente necesitamos un plugin especial o navegador. Aquí el diseño responsive, basado en la correcta visualización de una misma página en distintos dispositivos, es uno de los puntos importantes a tener en cuenta.

• Y a partir de ahí… testeo. La usabilidad implica la parte práctica de revisar todos los aspectos relacionados con el uso y la manera en que las personas se relacionan con la web. Hay diferentes herramientas para poder analizarla. Aunque es recomendable contar con la revisión de expertos, realizar un test de usuario será el método más eficaz para observar cuál sería el comportamiento del consumidor, detectar las virtudes del site y, sobre todo, percibir los puntos débiles.

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