El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define posverdad como “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”. Este término ha empezado a cobrar fuerza en los últimos años debido al auge de Internet, de las redes sociales y, en consecuencia, del aumento de población que consulta cualquier duda –existencial o no- en Internet y tropiezan con plataformas o comentarios que no están basados en el rigor, la objetividad o la transparencia.
Precisamente el sector de la salud es extremadamente sensible ante esta distorsión deliberada de la realidad. Los datos falsos pueden generar graves consecuencias en la salud. ¿Cómo prevenirlo y conseguir que estos sesgos no lleguen a la sociedad? Son los datos científicos suficientes para modificar creencias que están arraigadas en la sociedad? ¿O el conocimiento no implica cambio de comportamientos? Sobre estas cuestiones se ha debatido en “La posverdad en el sector sanitario”, el primer encuentro de IDIálogoS organizado por la Fundación IDIS.
Acabar con la posverdad: ¿Funciona el refuerzo emocional?
El director de Desarrollo Corporativo y Comunicación de IDIS, Fernando Mugarza, ha sido claro: “los prejuicios o las creencias bien instauradas son difíciles de modificar en nuestra sociedad y en el sector”. De la misma opinión es Miguel Ángel Máñez. Este experto perteneciente a la Unidad de Desarrollo Profesional y Gestión del Conocimiento del Servicio Madrileño de Salud, llama a la reflexión: “Partimos de que los mensajes de salud que aparecen en los libros de texto escolares no están basados en nada; pero también está demostrado que el conocimiento de los datos objetivos no implica cambio de comportamiento, pues hay muchos oncólogos que fuman”.
Julio Mayol, director médico del Hospital Clínico San Carlos, recuerda que el ser humano no está diseñado para analizar datos, sino para interpretarlos. Y añade: “Hasta ahora mismo hemos aceptado que la ciencia afirma verdades, pero lo que hace es eliminar mentiras”. ¿Significa esto que hay que ir más allá de los datos?
A juicio de los protagonistas del debate, no basta con potenciar la generación de datos objetivos, contrastables, rigurosos y fiables, la transparencia y el análisis exhaustivo de la realidad en todo su contexto. Falta una estrategia que permita generar confianza a largo plazo y en la que uno de los elementos principales sea el refuerzo emocional. “Sólo con datos no vamos a ningún sitio”, explica Joan Carles March, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP). “La información ayuda a tomar decisiones, pero lo que marcan son las emociones. Lo emocional nos muestra a cada uno “nuestra verdad””, asegura March. Como diría el maestro Yoda, la clave está en encontrar el equilibrio.
¿Cuestión de táctica o de estrategia?
Jaime del Barrio, senior advisor en Ernst&Young, es de la opinión de que, para acabar con la posverdad en el sector sanitario no hay que trabajar tanto en la táctica, sino en una estrategia para llegar a sectores diferentes. Los ponentes también han mencionado la importancia de la verificación de los datos con fuentes oficiales por parte de los medios de comunicación, la importancia de actuar rápida y ejecutoramente ante los bulos en salud y educar al ciudadano desde la base educación al ciudadano.
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