Don Manuel acaban de llegar la niña Fontecha, la niña Sánchez, y la niña Cifuentes. Que pasen. Que se sienten y se rebusquen en sus pasados e interiores. Falduquines al aire, en una calle Génova que no cabe en su asombro verstringeriano.
Celebrar los fastos por lo alto, lo bajo, lo cercano y lo no tan lejano. Fin de una época en la que se terminó la mala costumbre de utilizar el espacio público para celebrar la comunión de mi sobrino favorito. Dicen que a Cristina Cifuentes la echó un máster, una mentira, una ocultación de datos que serían reveladores, si no hubiera sido porque llegaron de la mano manipuladora de un PSOE-M que corre para ocultar el pasado nada sano de sus candidatos, que hoy están atrapados a un ecuación matemática, que se resuelve entre el olor a calor de sotana ardiendo en deseo, y teorema de Pitágoras en forma de tango a la milanesa. Un verdadero lío creado por la escisión del Partido Popular, hoy Ciudadanos, que les lleva a reflexionar sobre la gran mentira en la que han vivido estos últimos años.
A Cristina le adornan un montón de flores, y le echaré la última. En su despacho una mañana, éramos cuatro y le vaticiné: ‘Serás presidenta de la Comunidad de Madrid, y más tarde de todas las Españas’. Y como lo vi, lo dije. Y, como lo veo lo digo: ‘Que pena lo que nos hemos perdido’. Sobre todo aquellos que siguieron por los siglos de los siglos viviendo del erario público, y no publicado, y en el que se esconden las intenciones de una verdad que es dura como el suelo en el que se rompe: ‘Son capaces de terminar con la trinidad si ello les hace lucir mejor’.
Una Universidad que en el nombre ya lleva parte de la pena, hoy está arrastrada por los infiernos del imposible. Nos hemos enterado de que la mitad más uno de los títulos universitarios son comprados y vendidos, en oscuros mercados que hoy se refugian en Interné, pero que existen desde la Academia de Platón, Aristóteles y sus sorprendidos. La putada de Cris, es que no calculó bien el vacilón, y no recordaba que en la recámara de su vieja pistola había balas sin disparar, sólo han estallado dos, si estalla la tercera podría haber sido catastrófico para la mano derecha de Mariano, el intendente que todo lo ve, pero que de nada sabe.
Lo que está por llegar es más de lo mismo. Si llega Ángel Garrido nos recordará su paso de paracaidista por toda la geografía madrileña, en tiempos de Gallardón.
Hay que estar dispuestos a casi todo…
A volar con Iberia.
Acepta el RETO: ZERO AZÚCAR-ZERO AMPUTACIONES. SWA.es
pedro aparicio pérez
editor de prnoticias.com
PeriodistO