Una de cada cien personas es celiaca, pero sólo el 25-30 por ciento de ellos está diagnosticado; el resto desconoce que sufre una enfermedad autoinmune que puede aparecer a cualquier edad, no sólo en la infancia, y además ser asintomática o tener manifestaciones distintas y/o adicionales a las digestivas que habitualmente se vinculan a ella.
Estas dos últimas ideas forman parte de los falsos mitos más extendidos sobre la enfermedad celiaca, que “no es ni una alergia ni una intolerancia, no tiene grados, sino que se tiene o no se tiene” y, además, “por el momento, no se dispone de tratamiento farmacológico; la única forma de luchar contra ella es eliminando el gluten de la dieta, totalmente y para siempre”.
Así lo asegura el Dr. Sergio Farrais, responsable de la Unidad de Enfermedad Celiaca del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz que, con motivo de la celebración este domingo del Día Nacional del Celiaco, resalta sin embargo una muy buena y novedosa noticia que ayudará a reducir el elevado infradiagnóstico de esta patología: la inclusión del estudio de los linfocitos intraepiteliales por citometría de flujo en el protocolo para el diagnóstico precoz de la enfermedad celiaca, publicado recientemente por el Ministerio de Sanidad.
Así, la Fundación Jiménez Díaz es ya uno de los pocos hospitales de Madrid que ofrece el linfograma intraepitelial de forma habitual en el proceso diagnóstico de la patología, habiéndolo realizado a más de 700 pacientes. “Se trata de una técnica que se hace en muy pocos centros en España por las dificultades logísticas que implica, y nosotros la estamos implementando en la mayoría de casos de sospecha de enfermedad celiaca porque supone un ahorro en el número de exploraciones y una mejora de la eficacia diagnóstica”, explica el Dr. Farrais.
La citometría de flujo de la biopsia duodenal nos permite estudiar las subpoblaciones de linfocitos en la mucosa del intestino, que se ha comprobado que tienen un patrón específico en los celiacos. Es especialmente útil en pacientes que han dejado parcial o totalmente el gluten antes de iniciar el diagnóstico y no desean o no pueden reintroducirlo, en pacientes con anticuerpos negativos y en pacientes sin atrofia, pero con daño intestinal, ya que ayuda a diferenciar si éste es producido por el gluten o por otras causas (toma de antiinflamatorios, intolerancias alimentarias, infecciones intestinales…).
De esta manera, se suma a la batería de pruebas disponibles para el diagnóstico de la celiaquía. “El diagnóstico en muchos casos es complejo y necesitamos ayudarnos de varios estudios, señala el especialista, añadiendo: “Ninguna de las pruebas por sí solas nos da un diagnóstico de certeza y esta nueva técnica, junto con los anticuerpos, el estudio genético y la biopsia intestinal, nos ayudará a diagnosticar a nuestros pacientes, reduciendo el tiempo y el número de exploraciones”.
Diagnóstico, clave y reto de la enfermedad
Y es que el responsable de la Unidad de Enfermedad Celiaca de la Fundación Jiménez Díaz lo tiene claro: “la sospecha clínica y el diagnóstico precoz es el principal reto para los profesionales sanitarios”. “Debemos olvidarnos del concepto clásico de enfermedad celiaca: ha pasado de ser una patología intestinal poco frecuente típica de la infancia a una enfermedad con múltiples presentaciones y que puede afectar a personas de todas las edades”, asegura el especialista.
“En los adultos el diagnóstico es especialmente difícil, ya que en muchas ocasiones no se sospecha, se puede debutar con síntomas no digestivos (dermatitis herpetiforme, transaminasas elevadas, abortos de repetición, osteoporosis precoz…), las manifestaciones digestivas suelen ser inespecíficas y superponibles a otras patologías digestivas funcionales, el daño histológico puede ser leve y similar al que aparece en otras enfermedades y los anticuerpos suelen ser más bajos que en la edad pediátrica, o incluso en algunos casos negativos”, apunta el Dr. Farrais, insistiendo en que la no presencia de síntomas o el hecho de que estos no sean digestivos no implica que no exista la enfermedad ni que no cause los mismos daños que en otra persona más sintomática.
De ahí la importancia de dar con un profesional médico familiarizado con esta patología y con sus procedimientos diagnósticos que, además, realice un correcto y estricto seguimiento de la misma. “Ante la duda, hay que consultar con un especialista y, sobre todo -insiste el doctor- no dejar nunca el gluten si no es por indicación de él, ya que hacerlo por decisión propia lo único que va a hacer es dificultar el diagnóstico”.
Igualmente es importante el control y seguimiento de la enfermedad, preferiblemente por un gastroenterólogo, para comprobar la adherencia adecuada a la dieta y detectar y tratar precozmente posibles complicaciones. En muchas ocasiones en el seguimiento de la enfermedad no solo interviene el gastroenterólogo; el paciente puede ser derivado a otros especialistas, ya que la enfermedad celiaca puede tener manifestaciones reumatológicas (osteoporosis), dermatológicas (dermatitis herpetiforme, aftas orales de repetición…) o hematológicas (anemia por falta de hierro o vitamina B12), entre otras.