2018 ha sido el año de Rosalía. La artista se ha convertido en un fenómeno de masas gracias a la publicación de El mal querer, su segundo álbum, que ha triunfado entre crítica y público tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. El disco contiene temas como Pienso en tu mirá’, Di mi nombre o Malamente, que fue escogido como primer single.
El apabullante éxito de Rosalía no ha sido ajeno a los medios, que se han volcado con la catalana tras obviarla durante sus primeros años de carrera. Sin ir más lejos, Los40 anunció el pasado sábado que Malamente era una de las candidatas a entrar en su lista de éxitos, algo que no extrañaría a nadie si no fuera porque el tema se lanzó 165 días antes, concretamente el 29 de mayo.{wbamp-show start}
Malamente ha sido uno de los hits del verano, triunfando en Spotify a nivel mundial, cosechando alabanzas de los principales medios especializados y logrando más de 30 millones de visualizaciones en Youtube. Su éxito ha sido tal que la cantante se ha convertido en la tercera española en aparecer en Later… with Jools Holland (BBC), el programa de música en directo más importante del mundo, para interpretar dicha canción.
Pese a todos estos datos, Los40 no había considerado que la canción mereciese entrar en su lista de éxitos, algo que sí han logrado temas con mucha menor influencia en la sociedad como Te esperaré toda la vida, de Dani Fernández, que acumula 21 semanas en la lista; o I’m a mess, de Bebe Rexha, que actualmente ocupa el puesto 25 dentro de la clasificación.
Algo similar ocurrió con Yo ya no quiero ná’, el primer single de Lola Índigo, que aterrizó en Del 40 al 1 en octubre cuando llevaba arrasando desde primavera. Este detalle sirve para ilustrar que la situación no es nueva ni tiene nada que ver con Rosalía, sino con el sistema que ha predominado en las emisoras musicales tradicionales desde hace décadas.
El modelo de negocio de las emisoras, en entredicho
Las grandes cadenas, con Los40 a la cabeza, han basado su radiofórmula en dos pilares: canciones reconocibles por todos los públicos para que la audiencia no cambie de emisora (como bien explica Arturo Paniagua) y temas escogidos por las discográficas, cuyo poder para decidir qué suena y qué no es bastante evidente. Este segundo factor es vital, ya que muchas canciones que hubieran pasado desapercibidas en el mercado han logrado atención gracias al apoyo de estas emisoras.
El sistema ha funcionado durante las últimas décadas a la perfección, ya que la penetración de las grandes cadenas musicales en la sociedad era muy amplia, lo que permitía a estas radios decidir qué era tendencia. Los problemas llegaron a principios de esta década con la irrupción de plataformas como Spotify o Youtube, que han democratizado el mercado, permitiendo a cualquier persona con acceso a Internet acceder a un inmenso repertorio.
Ante este nuevo panorama, las cadenas han decidido mantenerse su estructura y seguir funcionando como en 1995, lo que les ha conllevado una importante pérdida de oyentes, especialmente dentro del público joven. Sin ir más lejos, Los40 ha pasado de superar los 4 millones de seguidores a cosechar poco más de 2.800.000 fieles en solo seis años. Esta circunstancia ha sido aprovechada por radios como Megastar o Hit FM, que sí han sabido ver la oportunidad de negocio, volcándose con los éxitos reales que estaban sonando en ese momento en la calle.
En definitiva, el caso de Rosalía ilustra a la perfección el complicado panorama que se les presenta a las cadenas musicales. En un tiempo en el que la música es más accesible que nunca, la audiencia acude a las radios en busca de prescriptores que sepan distinguir el grano de la paja dentro de la cascada de novedades que se suceden cada día y les aporte un valor añadido a las canciones. Si no, todo apunta a que su futuro a medio-largo plazo puede depararles más de una sorpresa.
Seguiremos Informando…