La infección por Parvovirus puede causar una enfermedad al feto

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La infección por Parvovirus, también llamado eritema infeccioso (enfermedad viral), es una dolencia de la infancia muy frecuente, es contagiosa y se produce en brotes en las escuelas, especialmente a finales del invierno y principios de la primavera. Puede afectar a cualquier edad, siendo frecuente entre los 2 y los 15 años y, por lo general, no conlleva complicaciones.

El Parvovirus, conocida como la quinta enfermedad, puede transmitirse vía respiratoria o por contacto cercano de una persona a otra ya que el virus se encuentra en las secreciones bucales y respiratorias. La contagiosidad es máxima entre los 6 y 15 días posteriores a la infección. La incubación se prolonga alrededor de una semana y es seguida de la suelta de virus durante otra semana. La aparición de la erupción cutánea roja brillante en las mejillas está precedida por síntomas leves como malestar general, fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares y articulares, dolor al tragar, etc.

La gravedad de esta infección estriba en que dicho virus tiene predilección por las células del cuerpo que más rápidamente se dividen, como es la médula ósea, pudiendo producir que nos quedemos sin glóbulos rojos de forma transitoria en pacientes con alteraciones de su inmunidad, por ejemplo VIH, anemia hemolítica crónica, etc.

Otra parte importante es la posible afectación al feto en mujeres embarazadas que, según el doctor Ángel Lorenzo, especialista en Diagnóstico Prenatal de la Unidad de la Mujer del Hospital Ruber Internacional, puede provocar la muerte fetal. “Estas infecciones suelen aparecer en brotes comunitarios y los riesgos para el feto tras el contacto materno con personas con infección por Parvovirus B19 son una preocupación frecuente”.

El síntoma más notorio entre los adultos es la sensibilidad en las articulaciones (manos, muñecas, rodillas, tobillos, etc.), pero una vez pasada la infección la persona se vuelve inmune para siempre.
Sin embargo, “en las embarazadas con nivel de anticuerpos desconocido -saber si lo ha pasado o no-, se estima que el riesgo de muerte fetal post-exposición a este virus es menor del 1.5%; los riesgos para el feto son máximos si la infección se produce antes de la semana 20 de gestación”, afirma Ángel Lorenzo.

Las mujeres embarazadas que no hayan pasado la enfermedad en su infancia o previamente al embarazo se consideran pacientes de alto riesgo.

Para el doctor Ángel Lorenzo, de la Unidad de la Mujer “la infección durante el embarazo tiene un riesgo de infección fetal en el 33% de los casos debido a la inmadurez del sistema inmune del feto, produciendo en él, anemia, inflamación cardíaca y hepática, acúmulo generalizado de líquido en el feto y otras alteraciones. Este virus no produce malformaciones fetales”, asegura el doctor.

Su diagnóstico durante la gestación es complicado. Se realiza mediante analíticas a la madre en varios periodos del embarazado -solicitar anticuerpos-, pudiendo llegar a realizar una amniocentesis o analítica de sangre al propio feto para saber si está infectado.

Tal y como explica el doctor Ángel Lorenzo, “el tratamiento en la embarazada seguirá siendo asintomático, precisando medidas muy específicas en casos de alteraciones en las ecografías de seguimiento del embarazo, como transfusiones al feto dentro del útero. Es muy importante tener en cuenta que no se han detectado secuelas en los fetos que sobreviven a esta infección ni alteraciones en el desarrollo posterior de estos niños”

En personas sanas sin enfermedades crónicas, la infección es auto limitada y no se necesita ningún tratamiento específico, salvo el sintomático como paracetamol y antiinflamatorios para la fiebre y el malestar general.

 

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