La insuficiencia cardiaca, a debate en la Fundación Jiménez Díaz

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La Insuficiencia Cardiaca (IC) es una enfermedad frecuente que afecta a 2 de cada 100 personas en los países occidentales. Su prevalencia es mucho mayor en los grupos de edad avanzada, llegando al 16 por ciento en los mayores de 75 años en nuestro país. De hecho, supone la primera causa de hospitalización en edades superiores a los 65 años y tiene una mortalidad hospitalaria del 8 por ciento, según los últimos datos del Observatorio de Resultados del Servicio Madrileño de Salud. La IC implica por tanto una importante inversión en recursos, y se estima que puede suponer el 2 por ciento del gasto del Sistema Nacional de Salud (SNS).

La importancia de una enfermedad tan frecuente como ésta ha llevado a que el Servicio de Cardiología de la Fundación Jiménez Díaz, dirigido por el Dr. José Tuñón, haya decidido inaugurar una Unidad de Insuficiencia Cardiaca para mejorar la atención integral del paciente afecto de la misma. En la línea de trabajo de esta unidad se incluye la reciente organización de un curso específicamente dedicado al manejo de esta patología en estrecha colaboración con Enfermería y Atención Primaria.

Prevención, síntomas y comorbilidades de la IC

Concretamente, en el encuentro La Insuficiencia Cardiaca a debate en la Fundación Jiménez Díaz, dirigido por el Dr. Mikel Taibo Urquía, de la Unidad de Insuficiencia Cardiaca del Servicio de Cardiología del hospital madrileño, se hizo especial hincapié en lo fundamental de trabajar en la prevención, en línea con una de las tres líneas estratégicas del hospital, la de promocionar y mejorar la salud de la población junto a la de continuar humanizando la asistencia sanitaria que ofrece al paciente, poniéndole en el centro de toda su actividad y mejorando su experiencia en el centro, y a la de provechar la tecnología y la digitalización, involucrando en ello a todos sus profesionales, para ser más eficientes en el cuidado de la salud de la sociedad.

Y es que el buen control de los factores de riesgo cardiovascular como el tabaquismo, la hipertensión arterial, la diabetes, la dislipemia o el sedentarismo, disminuyen de manera importante la probabilidad de desarrollar IC a lo largo de la vida, por lo que el especialista insistió en la “concienciar a la población, desde edades tempranas, de la importancia de llevar un estilo de vida saludable”.

Los síntomas más frecuentes son inespecíficos: dificultad para respirar, intolerancia al ejercicio y congestión por retención de líquido. Por ello, para diagnosticar esta enfermedad es necesario establecer el diagnóstico con pruebas complementarias como el electrocardiograma, el ecocardiograma y los distintos parámetros que se obtienen en la analítica.

Asimismo, señala el Dr. Taibo Urquía, “la IC suele ir acompañada de comorbilidades, siendo las más frecuentes la hipertensión arterial, la diabetes, la anemia, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), la insuficiencia renal y el déficit de hierro”. La presencia de comorbilidades implica, además, un peor pronóstico y una dificultad añadida al manejo de estos pacientes, que lo convierte en un auténtico reto. “Por este motivo, la Unidad de Insuficiencia Cardiaca de la Fundación Jiménez Díaz tiene un perfil multidisciplinar e incorpora a especialistas de distintos campos de la Medicina”, comenta.

El papel de la Atención Primaria, clave en el abordaje de la IC

Las particularidades de la IC hacen que el papel de la Atención Primaria, tanto del profesional médico como de la Enfermería del Centro de Salud, resulte clave dentro de su manejo. En este sentido, el cardiólogo explica que, “es importante la prevención de la IC desde el primer nivel asistencial mediante la búsqueda proactiva de factores de riesgo vascular y una actuación precoz cuando estos están presentes, así como a la hora de diagnosticar, o al menos establecer la sospecha diagnóstica de los pacientes con IC”.

Además, una vez realizado el diagnóstico, resulta vital que desde Atención Primaria “se optimice el tratamiento en los pacientes y se identifiquen precozmente descompensaciones para tratar de evitar un ingreso hospitalario”, añade. Así, los pacientes con IC son valorados por diferentes profesionales (médicos de Primaria y del ámbito hospitalario, cardiólogos, personal de Enfermería de distintos niveles asistenciales, etc.), por lo que una buena comunicación entre todos ellos es fundamental para optimizar el manejo y tratamiento de estos, así como para mejorar su percepción de la atención recibida.

Una coordinación entre Primaria y Especializada, clave para poder ofrecer una asistencia y atención integral, integrada y continuada, y que es la razón de ser de la Unidad de Continuidad Asistencial de la Fundación Jiménez Díaz, referente de excelencia a nivel nacional y cuyo objetivo principal es potenciar la coordinación entre hospital, centros de salud y centros sociosanitarios para mejorar la continuidad asistencial y de cuidados en los pacientes de riesgo alto, por medio de la comunicación bidireccional a través de los canales disponibles.

El Dr. Taibo Urquía también destaca la conveniencia de educar tanto a los pacientes como a sus cuidadores para que entiendan la enfermedad y todas las medidas que van a mejorar su pronóstico y su calidad de vida, ya que “si se consigue implicar a ambos, las probabilidades de éxito serán mayores”.

Novedades sobre la optimización del tratamiento en insuficiencia cardiaca

La jornada acogió varias charlas enfocadas desde diversas áreas de la insuficiencia cardiaca, y durante su desarrollo los ponentes pudieron proponer, además, varios puntos de mejora en el manejo actual de la IC para debatir con el resto de los asistentes. “Estamos viviendo una época muy interesante en la que están apareciendo muchas novedades que pueden mejorar el pronóstico y la calidad de vida de nuestros pacientes”, asegura el Dr. Taibo Urquía.

Entre estas novedades destacan medicamentos como el sacubitrilo-valsartán y los iSGLT2, un grupo de fármacos que se pueden emplear en pacientes diabéticos. También han surgido novedades en el área de los dispositivos, como la terapia de modulación de la contractilidad cardiaca y los nuevos algoritmos para detectar de manera precoz las descompensaciones por IC, como HeartLogic, que detecta hasta el 70 por ciento de los acontecimientos de insuficiencia cardiaca con varias semanas de antelación.

“Pero esto no acaba aquí”, apostilla el especialista de la Unidad de Insuficiencia Cardiaca de la Fundación Jiménez Díaz, y asegura: “Ya se vislumbran más novedades en el horizonte que nos llegarán en los próximos años”.

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