La crisis del coronavirus ha aumentado la demanda habitual de los servicios psicológicos en todo el país. En las últimas semanas, el 60% de las demandas están relacionadas con el COVID-19. Además, la demanda por problemas familiares y de pareja se ha incrementado un 30% tras la primera semana de confinamiento. La demanda por este tipo de cuestiones aumenta de forma notable tras las vacaciones de verano y las navidades.
Sin embargo, esta crisis está provocando graves problemas de convivencia que se suman a los de los periodos vacacionales. El cambio en la rutina se hace difícil, además la población se ve obligada a dejar de ver a sus familiares y amigos. La ansiedad provocada por el confinamiento ya está dejando huella, a pesar de que cada ciudadano se encuentra en situaciones muy distintas.{wbamp-show start}
El miedo prolongado nos lleva a un estado de alarma mental constante provocando dificultades para gestionar las emociones. Esta pandemia traerá una serie de pérdidas irreparables. Las consecuencias y secuelas psicológicas que dejará el COVID-19 son incalculables, ya que afecta directamente a los elementos más valiosos para una sociedad: la salud, el dinero y el tiempo.
Las personas que acarrean problemas psicológicos sufrirán especialmente. A estas se suman otras que más tarde sufrirán estrés post traumático (EPT), depresión, ansiedad, ataques de pánico, etc. De esta forma, las situaciones que desencadena esta crisis aumentará las consultas psicológicas a medida que vayan pasando las semanas de confinamiento.
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