LOS DOS ESTRATEGAS LUCHAN PARA COLOCAR A SUS JEFES EN LO MÁS ALTO DE LA SOLUCIÓN DE LOS PROBLEMAS DE MADRID

Redondo-MAR, el partido se juega en Sol

El encuentro entre Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso se ha librado en la Puerta del Sol con más de una veintena de banderas. La Real Casa de Correos, y no el Palacio de la Moncloa, ha sido el escenario de la reunión más esperada desde que empezó la pandemia. Y no porque ambos líderes hayan querido hacer migas, más bien porque la insostenible situación de los rebrotes en la región ya no aguantaba una disputa más entre ambos.

Publicidad

Mas allá de la confrontación entre el líder del Psoe y la lideresa del PP, el verdadero juego se ha producido entre las bambalinas de los dos pesos pesados que sostienen a sus jefes: Iván Redondo (IRRE) y Miguel Ángel Rodríguez (MAR), dispuestos a lo que sea por marcar el terreno, por llevar a sus jefes al olimpo. Y es que ni Pedro Sánchez destaca por su astucia, ni Ayuso por su dominio de la primera línea de la política, hay quien dice que ni de la segunda. Los cerebros de ambos, sus jefes de gabinete, los que de verdad mandan, estudian estrategias, repasan discursos, reparten estopa, responden declaraciones, toman la iniciativa que sus jefes, previsiblemente, no hubieran llevado a cabo de la misma manera si no fuera por ellos. Si Redondo brilla en la táctica, en el corto, Rodríguez aplica la estrategia con precisión, buscando los resultados del final. Si Redondo se maneja en el regate y en el mañana será otro día, Rodríguez no deja pasar un momento para lograr el resultado final. Dos maneras distintas de dirigir que han creado perfiles tan antagónicos, que sólo la adrenalina es capaz de unirlos en una reunión de la que ha salido la creación de un marco de cooperación. Es decir, hablamos para seguir hablando, que es casi lo mismo que ocurre en las bilaterales de Sánchez con Torra, en la que ya tiene experiencia.

De momento, Redondo ha ganado la partida en cuanto a la ubicación de la cita. Y es que este gesto magnánimo de Sánchez, desplazándose a la sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid no es una escenificación menor. Y menos lo es con la presidenta que durante meses le ha acusado de dejar a su suerte a los madrileños, le ha pedido la gestión de las competencias para dirigir la pandemia, ha solicitado medios humanos y económicos para la región y se ha confrontado con el presidente del Gobierno, quizá en exceso, para lograr visibilidad nacional. Ya lo dijo Sánchez el sábado en su entrevista en laSexta, con esa humildad tan ensayada que resulta grotesca: “Voy a la Puerta del Sol a ayudar”, afirmó no sin antes sobreactuar con ese hilo de voz que le ha enseñando Redondo a modular: “Espero que las medidas que ha tomado la Comunidad de Madrid sean las correctas”, le lanzó a Ayuso, condescendiente.

Sánchez ha ido a Sol para demostrar su “humildad”, (“¿Para qué vale un reproche?, llegó a decir) mientras sus satélites instan a las concentraciones en aquellas zonas de Madrid donde Ayuso ha dictado el simulacro de confinamiento. Miles de muertos y una gestión de la pandemia demandada en los tribunales no han movido un ápice a las movilizaciones contra Sánchez. Es más, la Fiscalía presidida por su ex ministra, Dolores Delgado, no ha considerado que hubiera “caso”, pero a Ayuso le nacen las protestas el mismo día que anuncia las medidas, más que discutibles, pero lejos de las consecuencias de las del “Aló Presidente”. (menudo hostión).

Redondo, en estado puro, se ha ocupado de la táctica. Lo suyo, por mucho que le moleste, no es el largo plazo. Dicen los que le conocen que se mueve como pez en el agua en las soluciones rápidas, que es con lo que disfruta, sin mirar más allá. Y así se desprende de las idas y venidas de Sánchez, de una cosa y su contraria, de la ausencia de principios, de sus pactos con el diablo con tal de no soltar el Poder, que es lo que mueve a Redondo, según cuentan quienes trabajaron con él en el Gobierno de Extremadura, donde hizo a Monago el “mago de los disfraces, pero perdimos las elecciones”, subrayan sus ex compañeros del PP.

Rodríguez, por su parte, llevó a Aznar al pódium desde Valladolid con su estilo claro, antipático, pero consciente de a quien tenía que moldear y cómo. Con Ayuso la tarea está siendo más que ardua. Por más que se empeñe en construir una lideresa, la presidenta de la Comunidad de Madrid tiene aún lagunas insalvables que quedan más patentes por el exceso de visibilidad.

Excelente estratega, Rodríguez mira más allá y sabe que sólo con un exceso de foco Ayuso puede exhibir el relato del victimismo. Los ataques a Sánchez le han servido para posicionar a parte de los ciudadanos: conmigo o con Sánchez, un maniqueísmo calculado con consecuencias imprevisibles en un estado de pandemia. Ayuso puede morir de éxito en el experimento, sobre todo, dentro de su partido donde las encuestas que se manejan no son favorables para la lideresa. Por más que repita frases, incluso discursos de Esperanza Aguirre, respecto a la importancia de considerar a Madrid como motor de la economía española; por más que apele a los principios liberales exprimidos por Aznar, Ayuso no llega a alumna de COU y lo peor es que el caos reinante en su equipo pone de manifiesto una desastrosa gestión, justamente de lo que siempre ha presumido el PP.

Rodríguez exprime el telepronter con su jefa hasta que la respuesta ocurrente a un periodista le desbarata la estrategia y el relato salta por los aires. Y vuelta a empezar.

En los momentos más complicados que vive España, ni Sánchez ni Ayuso son dos líderes consistentes y sus jefes de gabinete lo saben. Ambos trabajan para hacer ver que lo son. O al menos que lo son ellos mismos. Uno dirá que su jefe es quien ha ido a Sol y el otro que su jefa es quien lo ha forzado.

En esas estamos. Los ministros y consejeros se encargan del off the récord.

Seguiremos informando…

Publicidad
Publicidad
Salir de la versión móvil