Sus hilarantes apariciones en los medios hicieron cada vez más grande el Caso, que terminó con su carrera. La hoy tertuliana de Mediaset se querelló contra dos periodistas.
El ascenso de Cifuentes se vio truncado cuando en 2018 estalló el Caso Máster. Su imagen de azote de la corrupción, forjada a partes iguales con grandes dosis de victimismo y cinismo, alcanzó las cotas esperadas para el siguiente paso: sustituir a Rajoy. Y así, lo recogieron varios medios de comunicación, que especularon con esa posibilidad mientras la presidenta de la Comunidad se dejaba acariciar.
Nada hacía presagiar que su techo era de cristal. Se había hecho con el PP de Madrid tras la última dimisión de Esperanza Aguirre por la detención de Ignacio González y ostentaba todo el poder en la organización regional. Sin embargo, las primeras informaciones sobre un Máster que, al parecer no realizó, acabaron con su carrera política. La información de que había aprobado ese Máster con notas falsas, publicada por eldiario, le sirvió a dos periodistas del medio una querella por parte de Cifuentes.
A éstas le seguirían otras publicadas por El Confidencial, sobre la supuesta fabricación del acta del TFM y las firmas falsas que lo avalaban. La SER también informó sobre la ausencia de una profesora en el tribunal que tenía que validar su trabajo, aunque sí figuraba en el acta. Pero, es finalmente el vídeo de Cifuentes, robando unas cremas en un supermercado, lo que le dio la puntilla. El documento, publicado por Okdiario, dejó a la ex presidenta sin coartada, más allá de su consabido victimismo para alimentar la especulación, de que todo fue una maniobra de sus compañeros de partido para acabar con ella.
El argumento de la conspiración le sirvió para ganar tiempo en su obsesión por mantenerse en el puesto que tanto había añorado, pero no para evitar su investigación judicial, a la que se fue acercando cada vez más con respuestas contradictorias e hilarantes a las noticias que iban saliendo. No hay más que recordar el famoso video del “No me voy, me quedo, me voy a quedar”. “Su aferramiento al puesto le nubló tanto la realidad que la entonces secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, que la puso de candidata a la Comunidad de Madrid, se presentó en persona en la Puerta del Sol para obligarla a dimitir”, admiten algunos de sus ex colaboradores.
Cifuentes se sienta en el banquillo con una petición de tres años de prisión. Los medios podrán seguir su declaración en directo y tras la expectación ante sus declaraciones, se prevé que el seguimiento sea aún más masivo que el de los cargos del PP regional en aquel paseíllo de aplausos en la Asamblea madrileña, cuando las cosas empezaron a torcerse para la presidenta.
Toda su carrera en el PP la hizo en puestos de segunda. Ni Gallardón ni Aguirre la hicieron nunca consejera de sus gobiernos. Llegó a presidenta de la Asamblea por decisión de Aguirre, pero ni uno ni otra le dieron puestos de gestión. Su continuo descarte de cargos de primera fila fue lo que, según diputados de Madrid, la motivó a inscribirse en el Máster de la Rey Juan Carlos, justo antes de que Soraya Sáenz de Santamaría la llamara para dirigir la Delegación del Gobierno en Madrid. “Me sorprendió una de las primeras explicaciones que ofreció a la Prensa. Cuando dijo que para qué iba ella a querer presumir de Máster en el currículum, restando importancia al verdadero objetivo que era obtener una plaza como profesora en la Universidad. Para ello, debía tener el Máster como primer paso. No era una cuestión baladí”.
Al poco tiempo, aterriza en la Delegación del Gobierno, lo que le permitió forjar estrechas amistades en la cúpula policial. Convencida del “blindaje” que le ofrecía el cargo, nunca pensó que aquella cinta del supermercado pudiera ver la luz. Sus explicaciones acerca de una posible extorsión con aquel material le valieron minutos de televisión en Mediaset, intentando desviar el foco de la noticia de okdiario: el robo de las cremas. Tampoco convenció el argumento de que quisieron acabar con ella por haber denunciado la corrupción en su partido, en clara referencia a Ignacio González. En primer lugar, porque su denuncia respondió a querer apuntarse un éxito de la oposición, que ya había denunciado las presuntas irregularidades de Lezo. En segundo lugar, porque sonaba más a venganza que a un gesto de limpieza interna, sobre todo, cuando se supo que la ex presidenta hacía vudú y tenía metidos en una caja unos cuantos muñecos con alfileres entre los que se encontraba el propio González. La información que publicó Elplural, no fue desmentida por Cifuentes ni por su equipo.
La hoy tertuliana se enfrenta a su peor momento, aunque fuentes cercanas a ella aseguran que está tranquila. Ya le intentaron sacar punta a su plaza de funcionaria en la Complutense, en la que se encuentra en excedencia. Los medios cuestionaron también la obtención de aquel puesto administrativo, no docente, que obtuvo en tiempos de Villapalos, “de menos categoría que al que se quería dedicar con el inicio del Máster”, subrayan en el PP de Madrid. Pero ahora, ya no son noticias.
Las investigaciones periodísticas la apartaron de la Política, pero Vasile le ha dado su gran oportunidad. Y seguro que la sabe aprovechar.
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