Reputación: muy difícil de construir, muy fácil de destrozar….

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Rosa María García, Directora Área Salud de ESTUDIO DE COMUNICACIÓN

Los desencuentros que la Unión Europea mantiene estos días con diferentes laboratorios farmacéuticos responsables de la fabricación y comercialización de las esperadas vacunas contra la Covid-19 han puesto una vez más en cuestión la ya deficiente reputación de este importante sector empresarial.

“El Gobierno teme que se esté primando a aquellos países que pagan más por la vacuna”; “Pagar más por la vacuna es rentable”; “Malestar en la Unión Europea por la sospecha de reventa de la vacuna del coronavirus a países que pagan más”; “La UE asegura que hará respetar los contratos de suministro de vacunas firmados”. Esto son solo algunos de los titulares publicados sobre este asunto y que también han centrado numerosas tertulias y programas de radio y televisión.

Pese a que la industria farmacéutica salva vidas y mejora nuestra salud y calidad de vida, este sector empresarial arrastra históricamente una imagen que no se corresponde con ello. La mayoría de la población efectivamente reconoce los beneficios que aporta a nuestra salud, su contribución al desarrollo de la ciencia, su labor de investigación y sus inversiones, pero también le reprocha cuestiones como una “orientación mercantilista” en la investigación, la “falta de compromiso social/solidario”, la “presión como lobby cercano al poder” y “elevados niveles de beneficios incluso en una situación de crisis”, según recogía ya hace unos años el informe “Imagen de la Industria Farmacéutica en España 2014”, realizado por TEVA Foro Social.

Es cierto que la industria no siempre ha hecho bien sus deberes y que tradicionalmente conceptos como reputación, transparencia y comunicación no siempre han sido manejados de la forma más adecuada por parte de los laboratorios, casi siempre temerosos en su relación con los medios de comunicación. Pero también es cierto que, desde hace unos años, diferentes organizaciones y compañías vienen trabajando de forma importante para intentar cambiar esa opinión.

Y llegó la covid-19. Desde el primer momento, la pandemia puso en el foco de atención a la industria farmacéutica, sector que posiblemente no había sentido hasta ese momento con tanta intensidad la presión de toda una sociedad que se enfrentaba a una crisis sanitaria sin precedentes y que demandaba y sigue demandando buenas noticias.

La comunidad científica internacional y la industria farmacéutica iniciaron entonces una carrera contra reloj para, entre otras cosas, encontrar una vacuna que pudiera contrarrestar al nuevo patógeno. Nunca antes se había actuado tan coordinadamente ni con tantos recursos para solucionar un problema.

El sector había conseguido aumentar su reputación en los últimos años. Pero lo que poco a poco, durante mucho tiempo y con mucho esfuerzo, se ha logrado, a base de titulares como los que citaba al comienzo de este artículo, con gran rapidez parece que se está destrozando.

La reputación de la industria farmacéutica sigue siendo un reto y afronta ahora un momento crucial. Es fundamental que las compañías y demás agentes del sector den un nuevo paso adelante en pro de la transparencia y la comunicación y trabajen, con más ahínco si cabe, para acabar con el desconocimiento existente y mejorar la relación con una sociedad que ahora, posiblemente más que nunca, les necesita y exige. Y es que, si tú no dices lo que eres, otros dirán lo que no eres…

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