SÁNCHEZ QUISO CONVERTIR A GABILONDO EN TIERNO Y QUEDÓ EN MARIONETA DE PODEMOS

Los matones de Iglesias y la enésima maniobra de Marlaska destrozan la campaña de Redondo en Madrid

ÉXITO DE MIGUEL ÁNGEL RORIGUEZ PARA MAYOR INQUIETUD DE GÉNOVA Y CASADO

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La campaña más sucia y rastrera llega a su fin, con el pulso de los gurús de la cita a las puertas de su resultado. Porque no sólo Ayuso y Sánchez se la juegan en las urnas, sus jefes de campaña, también. Mientras los sondeos dan una clara victoria a la candidata popular y, por tanto, a su jefe de Gabinete, Miguel Ángel Rodríguez (MAR), el Psoe parece hundirse para descalabro de Iván Redondo. El gurú de Sánchez, que desde la moción de censura en Murcia ha intentado enmendar el camino de su jefe, hace días que lo esconde, atisbando el fracaso que predicen las encuestas. Los matones contratados por Iglesias para atizar a la Policía en el mitin de Vox en Vallecas no le han ayudado. Su ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ocultando la detención de éstos, tampoco.

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Los dos factótum de la campaña electoral se la juegan en la cita madrileña. Miguel Ángel Rodríguez (MAR) porque ha logrado hacer de Ayuso una lideresa gracias a su gestión de la pandemia y a su confrontación con el presidente del Gobierno. No es un secreto que MAR controla hasta el último movimiento de la presidenta. De tal manera, que cuando le deja un hueco a la espontaneidad, la candidata termina metiendo alguna pata o haciendo una gracia incómoda. Así ocurrió con su última entrevista con Alsina, donde dijo aquello de ser madrileño es no encontrarte con tu ex. La frivolidad fue tuiteada hasta la saciedad y sirvió de chance para la artillería de la izquierda, pero no pasó a mayores.

MAR está en otra cosa. En lograr que el personaje se coma a la persona. Cualquier clic es bueno, cualquier metedura de pata liviana sirve para estimular la confrontación, para que Ayuso sea carne de cañón de las críticas socialistas y comunistas. Su estrategia ha funcionado de tal manera que ya supone un quebradero de cabeza para Génova, donde se malean de los siguientes movimientos para que la presidenta alcance cuotas de influencia mayores que las de Casado. Si como se prevé, Ayuso gana las elecciones adelantadas por MAR tras el fiasco socialista y de Ciudadanos en Murcia, el gurú de la presidenta tiene carta blanca para asaltar la sede de los populares. Y no parece que le esté saliendo mal la jugada. Ciudadanos podría desaparecer de la Asamblea de Madrid y el Psoe obtener una derrota histórica, una mala noticia para su homólogo en el Gobierno, Iván Redondo.

A Redondo le cambió la suerte desde la decisión murciana. No contaba con la maniobra de MAR y, mucho menos, con la de Iglesias. Quitarse al vicepresidente del consejo de ministros supuso un alivio, pero en su tablero de ajedrez, la alternancia de movimientos no fue la mejor. La expectación por el reparto de los fondos europeos mantenía dormidas las criticas, pero Iglesias lo dinamitó todo. A sabiendas de que se jugaba su último cartucho, el de Podemos agitó la campaña como sólo él sabe hacer. Prohibido criticar su victimismo. Prohibido insinuar sus maniobras. Prohibido discutir sus amedrantamientos. Y así, es cómo Redondo se convirtió en una víctima más de aquel que meses atrás utilizaba, para moderar la imagen de su jefe Sánchez.

Ni siquiera su estrategia por convertir a Gabilondo en el Tierno Galván del 2021 le funcionó. Iglesias engulló al soso y éste se convirtió al podemismo en una semana. Pasó de “con este Iglesias, no” a “Pablo, nos quedan 12 días”. Para entonces, el jefe de gabinete del presidente ya había escondido a Sánchez en los mítines y las intervenciones públicas.

Plegado a la evidencia del éxito de Ayuso, con su ex vicepresidente exhibiendo la violencia verbal y un candidato melífluo, Redondo no tuvo más remedio que apartar a su jefe de la escena del ridículo y sacar al aparato del partido a destrozar a la candidata. También a los ministros, ministras y ministres. Ocupar el espacio informativo para que no lo ocupen los demás. Un clásico. Pero la puntilla de la campaña ha sido la ocultación por parte de su ministro del Interior y la directora General de la Guardia Civil de la detención de los matones a sueldo de Iglesias, que agredieron a policías en el mitin de Vox en Vallecas.

Ocultar este hecho mientras el líder de Podemos bramaba contra la ultraderecha, se hacía la víctima con los ataques recibidos y culpaba a Vox y, por ende, al PP al que también pretendía hacerle un cordón sanitario, es una estrategia tan cortoplacista como deleznable.

La información adelantada por El Confidencial ha marcado el final de la campaña. El de Redondo, está por ver.

Seguiremos Informando…

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