Pero, ¿conocemos bien qué es el VIH? Llamamos VIH al Virus de la Inmunodeficiencia Humana, el cual ataca el sistema inmunitario o de defensa y que, si no se trata, puede causar SIDA, nombre que se emplea para la enfermedad cuando ha alcanzado estadios avanzados: Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida.
Ahora bien, a día de hoy no hay una cura eficaz para la infección por VIH y una vez se contrae se tiene de por vida. Sin embargo, con la atención médica adecuada, se puede controlar y quienes acuden a un especialista para tener tratamiento eficaz pueden tener una vida larga y saludable sin ser transmisores de la infección.
El número de casos notificados de SIDA ha experimentado un progresivo declive desde el año1996 por la generalización del tratamiento antirretroviral, las campañas de prevención como el uso de preservativo y un mejor conocimiento de prácticas de riesgos, consiguiendo así un mejor control de la enfermedad. Pero, como consecuencia de la eficacia de estas medidas, en la actualidad, en algunos ámbitos se han relajado las medidas preventivas y de educación, por lo que los casos están volviendo a aumentar de forma progresiva.
Fases del VIH
Las personas que tienen VIH se suelen enfrentar a varias fases de la enfermedad, en concreto aquellas que no reciben ningún tratamiento pasan por tres fases.
En primer lugar, pasadas unas semanas tras la infección, suele aparecer un síndrome llamado retroviral en el 50-90% de los infectados con síntomas no específicos como fiebre, mal estado general, adenopatías (ganglios inflamados) y rash cutáneo. aunque también muchos pueden ser totalmente asintomáticos. En este momento la la persona afectada presenta alta probabilidad de contagio ya que los niveles de virus en secreciones genitales y sangre son muy elevados.
Tras haber superado esta primera fase, la persona afectada llega a la denominada infección crónica o asintomática. En este punto, el virus sigue estando activo, pero se reproduce a niveles muy bajos, y las personas podrían no presentar ningún síntoma ni sentirse enfermas. Puede durar hasta una década o más si no se toman medicamentos para el VIH, pero en algunas personas la progresión puede ser más rápida. Aun así, la persona portadora, sigue transmitiendo el VIH.
Y por último, los afectados pueden empezar a presentar síntomas y desarrollan el Síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). Este es la más grave, ya que está el sistema inmunitario tan deteriorado que comienzan a tener una cantidad cada vez mayor de enfermedades, las cuales son denominadas infecciones oportunistas. En esta fase, se pueden tener niveles de carga viral elevados y ser muy contagiosos.
Diagnóstico y tratamiento
Sin un tratamiento personalizado, las personas con SIDA solo sobrevivirían una media de tres años. En cambio, aquellos que padecen esta patología y reciben los medicamentos necesarios para su tratamiento pueden no llegar nunca a esta fase.
En cuanto al diagnóstico, el porcentaje de casos diagnosticados con enfermedad avanzada es del 25% y con diagnóstico tardío de 46%. Por ello es muy importante la realización de un diagnóstico temprano para iniciar así un tratamiento antirretroviral que permita disminuir la capacidad de transmisión, mejorar la clínica de la enfermedad aguda, preservar la inmunidad y reducir las tasas de mutación viral.
La única forma de saber con toda certeza si una persona padece VIH es haciéndose la prueba, lo que le va a ayudar a tomar decisiones saludables y prevenir la transmisión del virus. Estadísticamente, los hombres suponen el 86% de los nuevos diagnósticos de VIH con una mediana de edad al diagnóstico de 36 años, aunque llama la atención que casi el 12% tienen entre 15 y 24 años y el 16% tenían 50 años o más.
El modo de transmisión más frecuente se da en hombres que tienen sexo con hombres (57%), seguidos de la transmisión heterosexual que supone un 32% y la que es causada por la inyección de drogas que suma un 3%.
Para mejorar la situación, desde la nueva Unidad de Salud Sexual y Reproductiva del Hombre de Grupo Virtus, se recomienda la prueba de serología de VIH a personas que requieren tratamiento por infecciones de transmisión sexual de cualquier tipo. Pero, unido a esta medida, también es esencial que los ciudadanos y los profesionales sanitarios sean conscientes de que cualquier persona que realice prácticas de riesgo es vulnerable al VIH, independiente de su condición sexual. Además, se deberían implantar y reforzar actuaciones eficaces de educación que permitan prevenir la prevalencia del VIH en los más jóvenes.
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