En un comunicado publicado tras la celebración del 50° período de sesiones del Consejo de Derechos Humanos sobre gestión de la higiene menstrual, derechos humanos e igualdad de género, la OMS ha lamentado que la salud menstrual “no estuvo en la agenda de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo ni en la Declaración del Milenio”. Además, tampoco se establece explícitamente en las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Actualmente, es cierto que esta cuestión sí que se ha incluido en las agendas mundiales de salud, educación, derechos humanos e igualdad de género, pero la realidad es que en muchos puntos del planeta todavía supone un estigma y un motivo de vergüenza para miles de mujeres.
Ante esta realidad, el organismo de Naciones Unidas ha solicitado reconocer que la salud menstrual significa que las mujeres y niñas tengan acceso a información y educación al respecto, a los productos menstruales que necesitan, a las instalaciones de agua, saneamiento y eliminación, a la atención competente y empática cuando sea necesario, y a vivir, estudiar y trabajar en un entorno en el que la menstruación se vea como algo positivo y saludable, no como algo de lo que avergonzarse.
Todavía muchas mujeres se enfrentan a barreras para controlar su período porque no tienen los medios para hacerlo. Según la OMS, estas situaciones tienen “consecuencias para sus oportunidades de vida, incluidos sus derechos a la educación, el trabajo, el agua y el saneamiento, la no discriminación y la igualdad de género y, en última instancia, a la salud”.
Acciones propuestas
Para poner fin a este problema, la OMS ha planteado tres vías de actuación: en primer lugar, reconocer y enmarcar la menstruación como un problema de salud con dimensiones físicas, psicológicas y sociales; en segundo lugar, proporcionar acceso a información y educación al respecto; y en tercer lugar, adoptar un compromiso dedicado a intensificar los esfuerzos para alentar a los responsables políticos y sanitarios a colaborar para promover los derechos de las mujeres.
Asimismo la organización ha reconocido según declaraciones recogidas por Europa Press, que “los gobiernos están comenzando a actuar. Algunos gobiernos han eliminado los impuestos sobre los productos menstruales, otros se han centrado en los desafíos que enfrentan las adolescentes en edad escolar para obtener productos menstruales, y otros han puesto en marcha estrategias para proporcionar productos menstruales a poblaciones en circunstancias difíciles, por ejemplo, aquellas que no tienen hogar o las que están encarceladas” pero, según puntualizan “se necesita hacer mucho más“.
Y es que, los miembros de la OMS consideran que esto no es suficiente, los gobiernos deberán hacer más que mejorar el acceso a los productos menstruales. “Deberían hacer escuelas, lugares de trabajo e instituciones públicas que apoyen el manejo de la menstruación con comodidad y dignidad. Más importante aún, deberían normalizar la menstruación y romper el silencio que la rodea“.
Finalmente, en el contexto de lo que está sucediendo en Etiopía, Ucrania y otros lugares, los gobiernos tendrían que llevar a cabo “una atención a la menstruación como parte de una respuesta más amplia de Salud Sexual y Reproductiva en aquellas personas desplazadas debido al contexto actual que vivimos tanto de guerra, como calamidades naturales” han zanjado desde el organismo de Naciones Unidas.
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