PRETENDE DAR LECCIONES DE PERIODISMO, PERO SE “OLVIDA” DE ALGUNAS COSAS

Antonio Caño, a Carlos Herrera: “El público sospecha que no decimos la verdad”

LAS VIEJAS PRÁCTICAS DEL REPORTERO SONROJAN A PROPIOS Y A EXTRAÑOS

Las palabras de Antonio Caño hay que cogerlas con pinzas. Más aún cuando el que fuera director de ‘El País’ intenta dar lecciones de periodismo sin tener en cuenta su pasado y las máximas que rigen la vertiente empresarial de la profesión. 

Publicidad

La profesión periodística no atraviesa su mejor momento. De eso no hay dudas, pero quienes hoy echan balones fuera tienen gran parte de la culpa de que esto sea así. Uno de ellos es Antonio Caño, director de El País entre 2014 y 2018, y actual presidente del Consejo Editorial de The Objetive. Con motivo de la reciente publicación de su libro, Digan la verdad, Carlos Herrera ha tenido a bien invitarle al programa que dirige y conduce en COPE.

En la emisora de los obispos Caño ha intentado hacer una radiografía general de la profesión. Y decimos intentado porque ha fracasado estrepitosamente. Durante la entrevista ha pretendido dar lecciones de viejo y nuevo periodismo olvidándose de que su trayectoria como periodista siempre ha estado lejos de las redacciones.

“El público sospecha que no decimos la verdad. Nos lo piden como una necesidad, a veces como un grito de socorro, y siempre desconfiando que lo hagamos”, ha expuesto Caño en COPE. Unas palabras que él mismo se encarga de matizar minutos después, contradiciéndose de una forma cuanto menos llamativa.

“No nos debemos a las empresas para las que trabajamos, ni siquiera nos debemos a la cabecera bajo la que firmamos, nos debemos a los ciudadanos”, afirma sin sonrojarse habiendo sido, precisamente, director de El País. Quien conozca cómo funcionan los medios de comunicación sabrá que las grandes empresas, a través de la publicidad, son las que posibilitan su supervivencia.

Hay que recordarle a Caño, por tanto, que la línea editorial de El País nunca la han marcado ni la marcarán los lectores. Quien lo hace es Juan Luis Cebrián, y en su momento, Jesús Polanco. Sus acuerdos empresariales son los que en último término deciden lo que se publica y lo que no en la cabecera de Prisa.

Otra de las cosas que hay que recordarle a Caño -por si se le olvida- es que las grandes empresas periodísticas presionaron al Gobierno de Zapatero para que se cerrasen todos los periódicos digitales y no contasen así con publicidad. Fue Luis Abril, cuando ejercía como secretario general técnico de Telefónica, quien se negó a ceder ante este chantaje, salvando así el futuro de los medios digitales.

Reporterismo sí, pero a ¿qué precio?

El terreno de Caño, como él mismo ha reconocido, era la calle. Como tantos otros directores de periódicos, Caño ejerció primero como corresponsal. Otro de ellos fue el becario de El Mundo, que ascendió a director del periódico sin comerlo ni beberlo y apenas duró un año en el cargo.

Una de las anécdotas más recordadas, desgraciadamente, fue la que protagonizó Alfonso Rojo cuando colaboraba con Luis del Olmo en el programa Protagonistas durante la guerra de Irak. Estando en su casa, llamó a Del Olmo asegurando que estaba en el país asiático mientras se producía un bombardeo. Y mientras tanto, buscaba los tickets del taxi para que Pedro J. Ramírez cubriese unos gastos de transporte del todo inventados.

Otro episodio muy recordado de reporterismo fue el protagonizado por Julio Anguita Parrado, hijo del político de IU, Julio Anguita. En calidad de reportero, viajó a Zambia para contar desde dentro la guerra de Irán junto a los empotrados.

Su aventura acabó pronto, pues no le dejaron salir de la zona en la que se encontraba al llevar un chaleco que no era reglamentario y que tampoco había pagado El Mundo, periódico para el que trabajaba entonces. Desgraciadamente un misil le alcanzó y acabó con su vida a la edad de 32 años.

Una historia muy similar a la de José Couso, operador de cámara de Telecinco que también perdió la vida en Irak. Al igual que Anguita Parrado, Couso había viajado hasta Irak sin póliza de seguro. Unas condiciones deplorables a la que también hay que sumar que su cámara estaba rota, redondeando así un cóctel perfecto de negligencias.

Seguiremos Informando…

Publicidad
Publicidad
Salir de la versión móvil