Una empresa con sede en los Países Bajos y vinculada al dueño de Mediapro, Jaume Roures, trae en jaque al mundillo morado. Y es que poco después de que el argumentario de Podemos contra la decisión de Ferrovial fuese repicado por todo el universo de la formación, se conocía que una sociedad con vínculos con Roures tenía su residencia en los Países Bajos.
La historia tiene miga, ya que el emporio de Roures sirve para dar altavoz y emolumentos a Pablo Iglesias y a Juan Carlos Monedero y, por derivación, a varios de los miembros de su corte. De hecho, es el editor del próximo proyecto televisivo de Iglesias, Canal Red, propiedad de una de sus empresas, Mediacable.
La cuestión va más allá, porque Roures ha estado vinculado a empresas radicadas en Holanda desde hace años. Una vinculación perfectamente conocida por los dirigentes de Podemos, que nunca han elevado el tono, por precio, con los comportamientos del empresario.
Como ha recordado el experiodista de ‘Público’ (edición papel) Pere Rusiñol -una de las escasas voces de la izquierda que denuncia las contradicciones de Roures y su entorno-, “el concurso de acreedores puso de manifiesto que la matriz de los vehículos utilizados por los socios de Mediapro para invertir en ‘Público’, Mediacapital BV, se encontraba en realidad en Holanda, país que desde el diario siempre consideramos un paraíso fiscal”.
Una denuncia que contrasta con el silencio no sólo de Podemos, sino de buena parte de una izquierda mediática que tiembla ante ‘Gargamel’ Roures, un sujeto al que, pese al odio de muchos y a la sumisión de otros, temen más que a un nublado.
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