En 2022, recuperadas las restricciones de la pandemia regresó con fuerza el conocido por todos como ‘turismo sanitario’. Y esto fue así en todo el mundo, pero especialmente el negocio se vio sometido a un gran crecimiento en Turquía. Las clínicas de este país se anuncian con precios un 70% más baratos que en España, como si el quirófano y el postoperatorio fueran parte del paseo turístico.
Sin embargo, ya son tres las sociedades científicas españolas que, tras atender a diversos casos a la vuelta de sus operaciones en dicho país, insisten y denuncian los riesgos es este tipo de turismo. Al fin y al cabo se trata de una alternativa económica y evita a los pacientes esperar largas listas de espera para someterse a ciertas cirugías estéticas o por salud. Habitaciones idílicas y precios sin competencia olvidan las complicaciones de intervenciones como la bariátrica que requiere después requiere supervisión de por vida cubierta por la sanidad pública.
La cirugía bariátrica, la más preocupante
En concreto, hace ya unos diez años que Turquía se convirtió en el principal destino de las cirugías e implantes de bajo coste, pero finalmente no siempre sale tan barato como proponen. En Europa 67 personas se infectaron de botulismo tras someterse a una intervención de perdida de peso en Europa y en España, aunque todavía no se ha registrado ningún caso de botulismo, todos los hospitales están en guardia por si sucediera.
Pero bien, ¿qué es el botulismo? Se trata de una afección poco frecuente, pero grave causada por una toxina que ataca los nervios del organismo, cuyos síntomas pueden poner en riesgo la vida. Un tipo de bacteria llamada “Clostridium botulinum” produce la toxina, la cual se está usando sin evidencia científica en este país y asumiendo unos riesgos que, a día de hoy, se desconocen por completo, Al parecer, el uso de la toxina, mediante inyección intragástrica, busca relajar las paredes musculares del estómago, con lo que se ralentiza el vaciado gástrico y la persona percibe más saciedad, lo que llevaría a una pérdida de peso al ingerir menos cantidad de comida.
Por tanto, ante tales situaciones, los médicos advierten de las consecuencias de estas cirugías inseguras y sin calidad, en las que además, no realizan evaluaciones para saber si los pacientes pueden o no someterse a una reducción de estómago.Y es que, según afirman expertos consultados por PRnoticias, “habrá clínicas que hagan las cosas correctamente, pero nuestra experiencia es esta: pacientes que no saben muy bien cómo continuar una vez hecha la intervención, sin revisiones postoperatorias, sin pautas nutricionales, ni un mínimo control médico”.
Es importante tener en cuenta que, la cirugía bariátrica está contemplada cuando la reeducación alimentaria ha fracasado, y hay un índice de masa corporal (IMC) mayor o igual a 35 kg/m², independientemente de la presencia, ausencia o severidad de las comorbilidades que tenga. Y también se considera con enfermedad metabólica e IMC entre 30 y 34,9 kg/m² (SECO Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad).
Es decir, antes de someterse a una cirugía de este tipo ha de valorarse el estado físico del paciente pero, además, también el psicológico. Es necesario evaluar si padece trastornos de la conducta alimentaria, o si hace un consumo de sustancias tóxicas. Por ello, lo deseable es que sea un equipo multidisciplinar compuesto por cirujanos, nutricionistas y psicólogos o psiquiatras, los que valoren la idoneidad del candidato. Eso si contar el necesario seguimiento postoperatorio.
Por muy bien que esté realizada una cirugía de este tipo, la persona que se somete a tal operación tendrá que hacer unos cambios de por vida, en cuanto a su alimentación, actividad física y cuidados, no se trata de operarse y listo. Además, hay que tener en cuenta los riesgos que conlleva cualquier paso por quirófano. Asimismo, el cambio físico es muy notable en operaciones de este tipo por lo que se recomienda que haya un seguimiento psicológico. La cabeza necesita asimilar estos cambios de mano de un profesional. Generalmente, queda en el cuerpo un remanente de piel excesivo y cambios corporales a los que hay que confrontarse y aceptar. Y, por supuesto, hay que sumarle las revisiones con cirugía como en cualquier intervención algo que en estos países, por supuesto, no se tiene en cuenta.
No obstante, aun conocienco todos estos riesgos y las complicaciones de una intervención quirúrgica de tales características, ¿por qué pacientes de diferentes partes del mundo se siguen sometiendo a operaciones tan complejas en este tipo de países? Pues bien, la principal causa según advierten la Sociedad Española de Obesidad (SEO/SEEDO), la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) y la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad (SECO) son las largas listas de espera.
En España actualmente hay que esperar entre 1 y 5 años para tener acceso a ciertas intervenciones lo que lleva a que cada vez más pacientes cojan las maletas y contraten estos paquetes turístico-sanitarios. Habitualmente se trata de personas con obesidad grave que buscan una salida un poco más rápida, y también pacientes a los que aquí no se les opera porque no es necesario. Es decir, personas que buscan cirugía por razones estéticas con grados menores de obesidad, a las que en entornos clínicos más serios no se les va a hacer.. Porque aquí los expertos, lo tienen claro. La selección, el control y el seguimiento son imprescindibles… y no hay pack que valga.
Por tanto, asociaciones como SEO, SEEN O SECO, han insistitdo en diversas ocasiones que, “desaconsejan firmemente el turismo sanitario, y específicamente el relacionado con la cirugía de la obesidad, con el objetivo final de salvaguardar la salud de las personas y evitar complicaciones”. Y, al mismo tiempo, solicitan a las administraciones sanitarias “regular el acceso a este tipo de cirugía, y poner los medios para que la cirugía de la obesidad sea considerada una cirugía prioritaria”.
Implantes capilares, las primeras intervenciones en ponerse de moda
Sin embargo, el turismo sanitario que se desplaza hasta Turquía no solo lo hace en búsqueda de la cirugía bariátrica. Según informa el Ministerio, en los últimos meses al menos 4 ciudadanos españoles han fallecido como consecuencia de someterse a intervenciones quirúrgicas estñeticas de diversos tipos y un número parecido están sufriendo graves secuelas. Además, añade que otras embajadas de países cercanos informan de parecidas experiencias.
Por ejemplo, otra de las operaciones más demandadas en este conocido destino sanitario son los implantes capilares. Una opción low cost que ha provocado que mucha gente se plantee hacerse un trasplante de pelo sin informarse sobre las amenazas de someterse a una intervención quirúrgica en un país donde las medidas sanitarias no son las adecuadas. Así, con más de 250 clínicas, el país otomano ha montado un negocio con los implantes capilares gracias a las subvenciones del gobierno de Erdogan para favorecer un turismo capilar que puede ocasionar riesgos para el paciente si no elige la clínica adecuada.
Y es que, aunque las intervenciones capilares, a priori, no son de riesgo, en el caso de que no se realicen en clínicas que cumplan todas las normativas, se pueden presentar complicaciones. Por ello, los expertos españoles se quejan de que no se sabe en qué condiciones médicas se realizan las cirugías en Turquía. De hecho, varias denuncias alertan de que en ocasiones las intervenciones las llevan a cabo técnicos y auxiliares, a cargo de cuestiones tan sensibles como la anestesia. Este tipo de tratamientos deberían ser valorados por dermatólogos y se recomienda a aquellas personas que están pensando someterse a un implante capilar que “no se lo tomen como algo banal, que se informen antes, ya que en todos los sitios no se hace igual ni con las mismas garantías». Si se estropea la zona donante, el pelo es irrecuperable”, avisan los expertos.
Otro punto del que avisan los médicos españoles es que en la mayoría de las clínicas turcas el seguimiento del paciente en el posoperatorio lo hace un comercial, en muchos casos a través de servicios de mensajería como WhatsUpp. “Conocemos un caso de una persona que se fue a Turquía y que a los pocos días se le caía el pelo después de lavarse y le decían que eso era normal. No lo es; significa que has perdido el injerto”, alertan. En definitiva, “lo barato puede salir caro” y más con operaciones que, como bien explican los expertos, hoy por hoy son muy asequible económicamente a nivel europeo, por lo que no hace falta irse a Turquía para hacerse un trasplante capilar con el riesgo que conlleva una operación quirúrgica sin las medidas sanitarias adecuadas y sin especialistas cualificados.
Seguiremos informando…