La Cadena COPE ha sido protagonista de un cambio de sentido a medida que la opinión pública condenaba de forma contundente el beso de Luis Rubiales en la boca a la jugadora Jenny Hermoso. La emisora de los obispos, a través de sus locutores Juanma Castaño y Manolo Lama, no dudó en alinearse con Rubiales y justificar lo sucedido en los primeros momentos.
La postura de ambos locutores, aunque diferente, iba dirigida a ‘blanquear’ y justificar el baboseo de Rubiales. Mientras que Lama, mucho más burdo, optaba por la palabra gruesa en defensa del presidente de la RFEF, Castaño operaba con mayor inteligencia a través de una entrevista con el propio Rubiales en la que quitaba hierro al asunto e incluso planteaba la pregunta como un desafío periodística.
Sin embargo, el vendaval desatado obligó a ambos a dar un giro rotundo. Castaño optó por pedir disculpas de una forma más educada y justificando su visión, entonando incluso un ‘mea culpa’ -más o menos sincero, según se considere.
Todo lo contrario que Lama. Éste, fiel a su estilo bronco y patibulario, similar al del propio Rubiales, pidió disculpas apelando al “país de inquisidores”, en una lógica muy similar a la del presidente de la RFEF.
Lo llamativo es que este cambio coincidía con un vendal cada vez mayor que ya no sólo critica el beso de Rubiales, sino que exige la dimisión del jefe de la RFEF. Lo que no han conseguido diversos medios aireando los escándalos de Rubiales al frente de dicha asociación, lo ha conseguido su propia chulería. El huracán político y mediático es de tal calibre que difícilmente se para y, desde luego, Rubiales -aunque consiga mantener el puesto- no va a salir indemne, sino con plomo en las alas.
Algo de ese plomo se ha quedado en la emisora de la Conferencia Episcopal, donde el alineamiento de nombres muy señalados del equipo de Deportes liderado por Paco González, ha provocado un serio malestar en la redacción. Y es que diversas fuentes señalan que, a nivel general, la plantilla de la emisora tuvo muy clara la posición crítica con Rubiales frente a las maniobras de lo que algunos consideran “amiguetes” del presidente de la RFEF.
Este malestar se suma al ya existente en determinados estamentos con la gente de González, que goza de autonomía y privilegios propios. En la cadena de los obispos todavía no se ha disipado el cabreo generado por la presunta estafa de Willy Valadés y el manejo de ciertos fondos, que consideran una consecuencia de la forma de operar de los de González.
Una historia que todavía está por dar mucho de sí, a pesar de los esfuerzos de Fernando Giménez Barriocanal y Javier Visiers por aplicar el extintor al incendio provocado por el coordinador de ‘Tiempo de Juego’, su presunto falso cáncer y los 400.000 euros que le sacó a la caja de Deportes.
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