En este 20 de marzo, Día Internacional de la Felicidad, desde PRSalud hablamos con el Dr. Javier García Campayo, psiquiatra experto en temas relacionados con la felicidad, que afirma que “la felicidad hay que buscarla de forma activa”.
La felicidad es una emoción sostenida en el tiempo, que se asocia a una sensación de paz y bienestar internos, y de coherencia con nuestros valores y sentido de la vida. “Su origen es interno, en la mente, cuando uno se alinea con el mundo y fluye con el presente disfrutando de lo que ocurre, sin expectativas poco realistas y sabiendo que la felicidad está en las pequeñas cosas”, explica el Dr. García Campayo, y añade que “la mayoría de la gentes sitúa la felicidad en objetos externos que intenta conseguir compulsivamente para darse cuenta de que, una vez conseguidos, pierden interés”.
Cuando maduramos desarrollamos una mayor sensación de felicidad
La sensación de felicidad varía dependiendo de la etapa de nuestra vida en la que nos encontremos. Según el especialista, “la mayoría de nosotros, conforme vamos haciéndonos mayores desarrollamos una mayor sensación de felicidad y bienestar. Curiosamente no se asocia tanto a la juventud (período en el que se suelen tener expectativas poco realistas), sino al período de la madurez (45-65 años), porque aprendemos a estar satisfechos con lo que tenemos y valoramos los pequeños placeres de la vida”.
¿Hombres o mujeres: quiénes son más felices?
Como grupo, afirma el Dr. García Campayo, “son más felices los varones”. El especialista señala que “las mujeres tienen más tendencia a la ansiedad y a la depresión, a la preocupación y a la rumiación”.
En este contexto, el profesional baraja dos hipótesis causales. Por un lado, los cambios hormonales periódicos y, por otro, la mayor carga familiar que soportan en nuestra sociedad en relación al cuidado de los hijos.
¿Se puede ser feliz en el trabajo?
Ante esta pregunta que tantos se hacen, el doctor Javier García Campayo asegura que sí es posible, y pone el foco sobre el concepto que los japoneses tienen y que simboliza esta visión, “ikigai”.
“Idealmente deberíamos poder trabajar en algo que nos apasione, en lo que además seamos buenos, que el mundo necesite y valore y, por último, que nos paguen por ello”, indica el psiquiatra. Cuando se cumplen estos requisitos, al menor parcialmente, “el trabajo es el mayor estímulo que tenemos los seres humanos. Pero si no se cumplen, puede llegar a convertirse en una maldición bíblica”, asegura.
El psiquiatra asegura que es posible aprender a ser feliz, “es un entrenamiento como cualquier otro, aunque no estemos acostumbrados en nuestro contexto cultural”. La psicología positiva surge en los años 90 del siglo pasado con este objetivo. “Las terapias de tercera generación como mindfulness, compasión o aceptación, también pretenden el mismo fin y ofrecen técnicas variadas para conseguirlo”, concluye el Dr. García Campayo.
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