TEMEN QUE LA CEE TENGA QUE METER MANO A LA CAJA PARA PODER PAGAR LOS ESCANDALOS

Alerta en Ábside Media por las indemnizaciones del Informe Cremades sobre abusos sexuales

EL MAMPORRERO DE ARIZA, DAGNINO, APARECE EN MEDIO DE LA CRISIS

Los más pesimistas en el grupo mediático episcopal creen que, llegado el momento, y si es necesario, el vicesecretario de Asuntos Económicos, Fernando Giménez Barriocanal, abogará por usar sus fondos para abonar los pagos. Pero no es la única polémica con la que se las ve.

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Desde el pasado mes de diciembre, un fantasma recorre el vetusto caserón de la calle Alfonso XI en Madrid, sede de Ábside Media. Allí, donde Fernando Giménez Barriocanal mantiene el antiguo piso de Isidro Catela -el piso del portero- como cuartel general para sus maquinaciones, hay a quienes se les arruga el ombligo, y con razón, ante lo que puede venirse con las indemnizaciones a las víctimas de abusos sexuales.

Las Navidades pasadas, según diversas fuentes, no fueron precisamente idílicas en la Conferencia Episcopal. Y es que diciembre llegó, además de con la conmemoración del Nacimiento de Jesucristo, con el llamado Informe Cremades sobre abusos sexuales en la Iglesia española.

El asunto generó un terremoto en la Conferencia Episcopal y sus terminales que todavía no se ha disipado. La cosa venía calentita, todo sea dicho. Porque los obispos se llevaron un mazazo que no esperaban: 2.056 víctimas, 1.383 denuncias de abusos eclesiásticos y recomendación de creación de un fondo de previsión cifrado, mínimamente, en 50 millones de euros para abonar indemnizaciones que van desde los 6.000 a los 100.000 euros. Y todo a un coste de 1,3 millones de euros por un documento que, a diferencia de lo que pensaban en la calle Añastro, dejaba por los suelos a la Iglesia española.

Barriocanal lo tiene crudo

La cuestión, desde hace meses, pasa por saber si las arcas de la Conferencia Episcopal podrían hacer frente a un desembolso de ese tamaño. Doble problema para Barriocanal: por un lado, el monetario; por otro el personal, ya que, según fuentes episcopales, fue uno de los defensores de la contratación del bufete Cremades. Y eso, sin contar el daño reputacional.

Esta es la situación que ha llevado a que en Ábside Media se malicien sobre la posibilidad de que el ecónomo de los obispos pueda abogar por meter mano en la caja del grupo de medios episcopal si lo ve necesario. Y a que haya quienes comprendan, a través de esta situación, los últimos movimientos que anda realizando en torno al grupo.

Mientras tanto, el malestar de los obispos con toda esta historia es manifiesto. De hecho, hay quienes apuntan que la Conferencia Episcopal creía que iba a toparse con un informe ‘cocinado’ al más puro estilo de Tezanos con el CIS. Sucedió todo lo contrario, hasta el punto de que la tensión entre el bufete y los obispos fue escalando. Y, según parece, en eso fue fundamental la presencia de otro ‘católico profesional’: Alfredo Dagnino.

De mamporrero de Ariza a presunto ‘chivato’

¿Pensaban los obispos que el informe iba a ser más benévolo? ¿Tenía algo que ver con la presencia de Dagnino, expresidente de los propagandistas católicos y su CEU, como miembro del bufete, en el que entró en 2019, y del equipo redactor del informe? ¿Ejercía Dagnino como ‘topo’ de Añastro? Hay preguntas por responder. Pero no hay que olvidar que El País señaló que Dagnino habría sido despedido de Cremades por filtrar una versión mucho más ‘light’ del documento a los obispos, minimizando el número de casos, en particular, y las cifras en general.

En todo caso, sí consta la designación de Dagnino como ‘compliance officer’ de la Conferencia Episcopal tras su despido. Algo que, hilado con dicha posibilidad, olería a recompensa por los servicios prestados.

Alfredo Dagnino siempre ha tenido una querencia destacada por los ámbitos ligados al entorno eclesiástico y por los medios de comunicación. Todavía se recuerda su paso por el Grupo Intereconomía de Julio Ariza, donde ejerció como presidente de su Fundación y llegó a consejero delegado. Todo ello en unos momentos en que el conglomerado del empresario navarro -que ni paga ni indemniza- ya empezaba a dar síntomas de agotamiento.

De aquella aventura, Dagnino sacó el partir peras con Ariza -cosa nada difícil-, parece ser que con demanda incluida, y el ser apodado por los trabajadores del grupo como “El Puto Daniño”.

¡Menuda mano!

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