La astracanada de Carles Puigdemont está teniendo consecuencias a todos los niveles. Y eso incluye el terreno de los medios de comunicación, donde sus principales operativos se han lanzado a saco en su defensa y justificación y, por supuesto, en los ataques a sus adversarios, incluyendo a ERC.
La deriva mediática del advenimiento de Carles Puigdemont es un hecho. Junts ha puesto a sus peones en los medios de comunicación para colocar su mensaje propagandístico: básicamente, presentar al fugado como un hombre valiente que ha puesto en evidencia al Estado español y, a sus sicarios, ahora personificados también -según dicho argumentario- en el PSC de Salvador Illa y, sobre todo, en sus adversarios de ERC, presentados como “vendidos”.
La ofensiva se libra en todos los terrenos y cuenta con todo tipo de personajes aprovechando para soltar el relato de Junts allí donde se pueda. Los fieles de Puigdemont se han encontrado con una fuerte crítica en los principales diarios catalanes -a pesar de que éstos, a su modo, y a su mejor estilo habitual, nadan y guardan la ropa- como La Vanguardia o El Periódico. Así que una buena parte del peso de la contraofensiva del fugado y sus fieles se desarrolla vía ‘Elnacional.cat‘ de José Antich, ya que a los de Junts hasta el diario ‘Ara’ -que ha puesto en un compromiso a ERC con su investigación sobre las operaciones negras de dicho partido- se les queda corto y lo juzgan ‘españolista’.
La situación ha obligado a recurrir incluso a los ‘groupies’ más frikis del puigdemontismo, como la omnipresente Pilar Rahola, que ha aprovechado la tribuna que le dispensa Mediaset a través de ‘Todo es mentira’ para propagar sus disquisiciones a mayor gloria de Puigdemont y contra el tándem PSC-ERC. Hay que recordar que Rahola llegó a criticar a Illa días atrás porque pronuncia Lérida en lugar de Lleida, lo que dejó de piedra a algunos socialistas catalanes sobre la altura del discurso ‘indepe’ pro-Puigdemont.
En Madrid y en Barcelona no faltan quienes apuntan que el recurso a las estridencias de Rahola demuestra cómo andan las cosas en el entorno de Puigdemont. Y si se menciona a la capital madrileña, es porque algunos nombres, en Mediaset, recuerdan cómo Rahola, en vísperas de la proclamación de independencia de 2017, fue desgranando a quienes la escuchaban cómo todo estaba atado y bien atado para ello. La realidad, luego, se encargó de demostrar que no.
De hecho, ni las vinculaciones del abogado y consejero de Puigdemont, el turbio Gonzalo Boye, con varios medios vinculados a la extrema izquierda, han servido para que éstos se orienten a favor de su cliente. Es más, estas cabeceras han oscilado entre el silencio vergonzante -el Ejecutivo Sánchez ha querido pasar de puntillas sobre el asunto- y la crítica directa a la patochada del pasado jueves.
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