El estreno de la nueva etapa de 59 segundos en TVE dejó un curioso detalle más allá de lo anecdótico del regreso de un programa tan emblemático. Entre los tertulianos del formato que ahora conduce Gemma Nierga estaba un rostro cada vez más habitual en la cadena pública: Pablo Iglesias.
El ex líder y fundador de Podemos fue uno de los grandes atractivos del espacio de La 1, que también contó con la presencia de Celia Villalobos, otra habitual en los platós de televisión. Sin embargo, y a diferencia de esta, Iglesias se ha convertido en un habitual en TVE en los últimos meses.
Comenzó su particular andadura en la pública de la mano de Mañaneros. El espacio, por entonces presentado por Jaime Cantizano, le dio una silla para que, de forma ocasional, analizara la actualidad política junto a otros habituales como José Manuel García Margallo, ex ministro de Asuntos Exteriores.
Ahora, seis meses después de su debut en las mañanas, Iglesias suma una nueva colaboración, esta vez en prime time. Su presencia en TVE, no obstante, responde a una estrategia de la dirección de Podemos, que achacan su paulatina pérdida de influencia en la falta de representación mediática de sus miembros.
Presiones a la cúpula de RTVE
Aunque Iglesias ya no pertenece a la formación morada, su influencia en la misma continúa siendo muy notable. Como contamos en PRNoticias, su fichaje por Mañaneros se produjo poco tiempo después de la aparición de otros nombres vinculados a Podemos al mismo programa, como Laura Arroyo o Manu Levín.
Aquellos movimientos, que no pasaron desapercibido para los más avispados, fue fruto de la insistencia del propio Iglesias a parte de la cúpula de RTVE. El objetivo no era otro que “colar” los mensajes de Podemos en la cadena pública.
Para ello fue clave, según contó ABC, la labor de Roberto Lakidain, uno de los consejeros del ente público asociados al partido que hoy dirige Ione Belarra. Las presiones por parte de Iglesias dieron sus frutos y desde entonces no es raro verle por diferentes programas de la cadena pública, ya no en calidad de entrevistado, si no en calidad de analista o comunicador, como a él mismo le gusta definirse.
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