La creciente propagación de la fiebre amarilla en varias regiones de Sudamérica ha activado las alarmas sanitarias en todo el continente. Los recientes brotes, que se extienden más allá de las zonas endémicas tradicionales, están generando una preocupación generalizada entre las autoridades de salud pública y la población.
Aunque la fiebre amarilla es una enfermedad viral transmitida por mosquitos Aedes aegypti (el mismo vector del dengue y el zika) y es endémica en ciertas áreas selváticas de Brasil, Perú y Bolivia, los nuevos casos se están registrando en zonas donde la enfermedad no había circulado ampliamente en décadas, e incluso en algunas áreas urbanas. Expertos epidemiológicos señalan que factores como la deforestación, la movilidad humana y las variaciones climáticas podrían estar contribuyendo a esta expansión geográfica.
“Estamos observando una preocupante extensión del virus”, declaró la Dra. Elena Ramírez, epidemióloga de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en una conferencia de prensa virtual. “Es fundamental que los países refuercen sus programas de vacunación y sus medidas de vigilancia epidemiológica para contener esta situación.”
Varios países ya han respondido a la alerta. Brasil, que ha reportado un aumento significativo de casos en estados del sur y sureste, ha intensificado sus campañas de vacunación y fumigación. Paraguay y Argentina han reforzado sus controles fronterizos y están emitiendo recomendaciones de vacunación para viajeros que se dirijan a zonas de riesgo. Uruguay y Chile, si bien aún no han reportado casos autóctonos recientes, se mantienen en estado de vigilancia ante la posibilidad de importación del virus.
La fiebre amarilla es una enfermedad grave que puede ser mortal. Sus síntomas iniciales incluyen fiebre, dolores musculares y de cabeza, náuseas y vómitos. En los casos más severos, puede llevar a ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos), hemorragias y fallo multiorgánico. La buena noticia es que existe una vacuna altamente efectiva y segura que proporciona inmunidad de por vida con una sola dosis.
Ante esta situación, las autoridades sanitarias hacen un llamado urgente a la población, especialmente a quienes residen en zonas de riesgo o planean viajar a ellas, a vacunarse contra la fiebre amarilla. Asimismo, se insiste en la importancia de tomar medidas para evitar las picaduras de mosquitos, como usar repelente, ropa que cubra la mayor parte del cuerpo y mosquiteros en puertas y ventanas.
La OPS y la Organización Mundial de la Salud (OMS) están coordinando esfuerzos con los gobiernos de la región para garantizar el suministro adecuado de vacunas, compartir información epidemiológica y establecer protocolos unificados de respuesta. La situación actual subraya la necesidad de una cooperación regional sólida para enfrentar los desafíos que las enfermedades transmitidas por vectores representan para la salud pública en Sudamérica.
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