La comunicación se ha convertido en un pilar fundamental para avanzar hacia modelos empresariales más sostenibles y transparentes. Así lo revela el Anuario Corresponsables 2025, que dedica un amplio espacio a analizar cómo las organizaciones están integrando criterios de responsabilidad social, ambiental y de buen gobierno en sus estrategias comunicativas. La conclusión es clara: sin un relato coherente y honesto, la sostenibilidad pierde fuerza y credibilidad.
El informe destaca que la comunicación responsable ha dejado de ser una herramienta táctica para convertirse en un elemento estratégico que atraviesa toda la gestión corporativa. Cada vez más, las compañías entienden que comunicar no solo es difundir logros, sino también reconocer retos pendientes y abrir espacios de diálogo con sus grupos de interés. Este cambio de enfoque está marcando la diferencia entre quienes hacen greenwashing y quienes apuestan por la transparencia real.
Entre las prácticas señaladas por el anuario, sobresalen la elaboración de memorias de sostenibilidad con lenguaje más accesible, la medición del impacto social y ambiental con indicadores verificables y la utilización de formatos innovadores —como podcasts, vídeos interactivos o redes sociales— que permiten acercar los mensajes a públicos más amplios. La clave está en adaptar los canales a la diversidad de audiencias sin perder rigor en la información.
Uno de los ejemplos que recoge el documento es Moeve, con el impulso del Valle Andaluz del Hidrógeno Verde y su estrategia Positive Motion para acelerar la transición energética, o Bioiberica, cuya estrategia de bioeconomía circular y apuesta por la neutralidad climática en 2050 muestran cómo la comunicación puede acompañar a proyectos empresariales de gran calado.
Las alianzas también se mencionan como un motor de transformación. Cada vez más empresas trabajan de la mano con fundaciones, ONG y asociaciones sectoriales para reforzar la credibilidad de sus mensajes y asegurar que sus compromisos tengan un reflejo tangible. Esta colaboración se convierte en un círculo virtuoso: las organizaciones ganan legitimidad y las entidades sociales amplifican su impacto.
El anuario pone especial énfasis en el papel de los dircom, que han asumido la tarea de ser guardianes de la coherencia y garantes de que lo que se comunica responda a lo que realmente se hace. Su rol ha evolucionado de forma notable en los últimos años, situándolos en el centro de la toma de decisiones estratégicas y convirtiéndolos en referentes internos para alinear a toda la organización con los valores de sostenibilidad.
Otro de los retos detectados es la gestión de la desinformación. En un contexto donde proliferan mensajes confusos y campañas de greenwashing, la comunicación responsable exige un esfuerzo redoblado por demostrar con datos la veracidad de las acciones. En este sentido, las certificaciones, los rankings independientes y los informes auditados se han consolidado como aliados clave para reforzar la confianza.
Así, podemos concluir que en España se está afianzando poco a poco un nuevo modelo comunicativo basado en la coherencia, la credibilidad y la sostenibilidad a largo plazo.
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