El ejercicio físico es una herramienta transversal y sostenible que debe estar integrada en la asistencia sanitaria

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El estudio se basa en un programa de ejercicios en grupo de 20 personas mayores (70 años de edad media, 55% mujeres y 45% hombres) dos días a la semana con una duración de 1 hora cada día, en el que se usaron encuestas anónimas que preguntaban sobre aspectos físicos, psicológicos, y emocionales.

En cuanto a los resultados, el 90% de los participantes han mantenido o bajado su tensión arterial, al 100 % les ha ayudado a incluir el ejercicio como una rutina en su vida y el 60 % toma menos pastillas.

“Este trabajo da continuidad a una década de programas de ‘Optimización Funcional’ realizados en distintos ámbitos (pacientes afectados por Covid-19, tanto en planta como en UCI, pacientes trasplantados pacientes oncológicos, pacientes con problemas de salud mental, …), con una excelente acogida por parte de pacientes y profesionales, -asegura el Dr. Serrano-. La idea es sencilla (y muy antigua): si el cuerpo se mueve, todo funciona mejor. No hacen falta grandes tecnologías, sino conocimiento, método y liderazgo clínico para motivar equipos y activar al paciente en su proceso de salud”.

Incorporar programas estructurados de ejercicio en los itinerarios asistenciales, medir su impacto y hacer de la excelencia una práctica diaria permite afrontar grandes retos como episodios cardiovasculares, procesos oncológicos y neurodegenerativos, trastornos de salud mental o el envejecimiento. “El ejercicio físico es una herramienta transversal y sostenible que debe estar integrada en la asistencia, ya sea en UCI, en planta, en la consulta o en el domicilio”, concluye el experto.

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